El River Plate quitó anoche el filo a las garras de Tigres en los primeros 90 minutos de la Final en la Copa Libertadores.

La igualada de 0-0 en el Universitario obligará a los felinos el próximo miércoles a ganar en el Monumental de River o, al menos, empatar para irse a tiempos extras y, de ser necesario, a penales, si es que quieren convertirse en el primer campeón mexicano en levantar esta Copa.

En una batalla dura, con roces, el equilibrio de fuerzas entre ambas escuadras desembocó en su tercer empate en este torneo y arruinó la celebración del Día Internacional del Tigre.

El Uni lució repleto, mostrando al mundo sus gigantescas pancartas previo al inicio del partido, pero durante el mismo poco pudo hacer la afición para impulsar al equipo.

Un rechace del defensor Leonel Vangioni, del River, que se estrelló en su propio travesaño; un frentazo del felino Rafael Sobis dentro del área que se encontró el portero Barovero, y una clara oportunidad del tigre Jurgen Damm, quien dudó en tirar a gol, fueron los tres arribos más cercanos que encendieron a los más de 43 mil aficionados.

La baja intensidad ofensiva del partido tuvo su eco en las tribunas: la férrea zaga de River desconectó las "bocinas" en varios lapsos.

Sin un gol que la encendiera, la multitud se acordó hasta el minuto 55 que tenía que alentar con fuerza a su equipo y estar a tono con la pasión que demanda una Final de Libertadores.

Desde el silbatazo inicial, el defensa argentino Jonathan Maidana tomó como "prisionero" al delantero francés André-Pierre Gignac, quien después de la batalla salió al hospital con un golpe en el pie derecho.

El único consuelo del empate de anoche para Tigres es que los otros dos finalistas mexicanos en Libertadores -Cruz Azul y Guadalajara- en su momento perdieron como locales el juego de ida.

Tigres gana en Argentina... o el sueño termina.