Corría el minuto 55, River Plate contenía a los Tigres en la ida de la Final, cuando se surgió un grito de aliento desde las tribunas que sacudió a los jugadores felinos y los cargó de energía.

"Vamos Tiguereees... te quiero veeer... campeooón... otra veez", cantó frenéticamente la muchedumbre en el Estadio Universitario.

Apenas una semana antes, en el mismo escenario, la hinchada auriazul se había embriagado de felicidad en la victoria de 3-1 sobre el Inter de Porto Alegre en la vuelta de la Semifinal de la Libertadores.

Ayer, el público sólo había tenido oportunidad de entonar alegremente una melodía, el Himno Nacional, interpretado por el cantante Alexander Acha en la ceremonia protocolaria.

Luego, un intenso River que salió a "morder" a los felinos en todos los rincones de la cancha, volvió intermitentes los cánticos de los Libres y Lokos.

La tensión de vivir la primera Final de Libertadores en casa, el complicado sinodal y los pocos argumentos ofensivos de sus Tigres, mantuvieron inusualmente callada a su hinchada.

Sin embargo, el despertar de la afición en los minutos finales contagió al equipo de Ricardo Ferretti, que arrinconó a su oponente y lo puso contra las cuerdas.

Una avance del recién ingresado Jesús Dueñas, quien sirvió un pase a Jurgen Damm levantó la ilusión de gol de más de 43 mil aficionados...

Damm entró al área, tenía que decidir en una fracción de segundos y en lugar de disparar prefirió quitarse al portero, sin embargo terminó sacando un centro en diagonal que fue rechazado por la zaga.

En una versión futbolera del boxeador Floyd Mayweather, River "abrazó" a su rival en los últimos segundos del combate, sabedor que tenía el empate en la bolsa.

Esta vez, los mariachis callaron, es decir, no aparecieron al final del encuentro en CU, pero tras el silbatazo final la afición felina desplegó una gigantesca manta con un mensaje de optimismo, de cara a su viaje a Buenos Aires. "Los esperamos con la Copa".