En plena Navidad y con un partido digno del Óscar, con máximo drama, los Tigres conquistaron anoche en serie de penales el quinto título de Liga en su historia y el tercero desde el 2011, para convertirse en el equipo más ganador en lo que va de la década.

Tras empatar 1-1 con cabezazo del "Niñito Jesús" Dueñas a un minuto de que acabaran los tiempos extras, los auriazules conquistaron el campeonato y se erigieron como la nueva dinastía de la Liga MX.

El portero Nahuel Guzmán requirió de unos minutos para pasar de un simple mortal a leyenda, al atajar los tres tiros de los americanistas en la serie de penales.

Ricardo Ferretti corrió a abrazar a Nahuel como un niño que sale al encuentro con Santa Clos. El Estadio Universitario se volvió en un manicomio y la "Nación Felina" aclamó a sus héroes en el "Uni" y luego en la Macroplaza.

Atrás había quedado una batalla titánica, en la que los Tigres se quedaron con un jugador menos al minuto 89. En la prórroga, un gol de Édson Álvarez al 95' le produjo una hemorragia a los felinos y sembró pánico en las tribunas.

Urgido de un título para celebrar su Centenario, el América tuvo la gloria a sus pies, pero su capitán Rubens Sambueza tiró por la alcantarilla las ilusiones. Falló el 2-0 y se hizo expulsar al 101'.

Cerca del paraíso, al 103', el técnico americanista Ricardo La Volpe originó una bronca que provocó que ambos equipos se quedaran con nueve jugadores, pero los del América ya sin energía en sus piernas.

El futbol premió la tenacidad de los felinos y un cabezazo de Dueñas mandó la Final a la serie de penales en la que Gignac abrió la tanda con un gol y Nahuel se volvió en una versión remasterizada de Mateo Bravo.

El festejo inició en el Estadio Universitario y le siguió en la Macroplaza, donde cerca de la 1:20 de esta madrugada el equipo fue recibido en privado en Palacio de Gobierno por el Gobernador Jaime Rodríguez -al que no se le vio en el estadio- y después convivió con miles de aficionados congregados en la Explanada de los Héroes.