Era como un padre para Vélez
Jesús Carvajal México, Monterrey (16 septiembre 2017)
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  • Para Lalo, que se retiró en 1992 debido a lesiones, el legado de Omero es muy fuerte en la Ciudad.
    FOTO: Enrique Fortuna
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Con la voz entrecortada, Eduardo Vélez recuerda al pie de la letra las mañanas que entre 1977 y 1983 acudía a despertar a Omero González a su pequeño cuarto de madera en el que vivía en las canchas de tenis en el Deportivo Nova.

Puntual, a las 6:00 horas, Vélez le tocaba a la puerta a Omero para empezar sus entrenamientos.

"En lo que él se levantaba y se despertaba yo calentaba y entrenaba ahí de 6, o un poco antes hasta las 7". recordó el ex jugador.

Así pasaron algunos años hasta que un día una extraña sugerencia de su maestro cortó de tajo aquellos madrugadores entrenamientos.

"Casi, casi me corrió de Monterrey", dice sollozando Vélez, "me dijo que yo debía irme al extranjero sí quería seguir mejorando, que aquí ya le ganaba a todos y no había quien me pudiera enseñar más de lo que sabía".

Vélez le hizo caso y se fue a jugar y estudiar a Florida y a los tres años de ser 'corrido' por Omero, los frutos estaban a la vista.

El 6 de julio de 1986 el nicolaíta ganó el título de Wimbledon a nivel juvenil ante el español Javier Sánchez Vicario. Ahí su carrera y fama se se fueron para las nubes.

Sin embargo Vélez va más allá de las enseñanzas de Omero en el tenis. Lo consideró como un segundo padre.

"Lo que él hizo al sugerirme que me fuera a otro lado no cualquier entrenador lo hace, preferirían otros quedarse con un jugador que lo ganaba todo, pero él siempre buscaba que uno fuera mejor", explica Vélez.



"En una etapa de mi vida fue como un segundo padre para mi, lo mucho o poco que hice en el tenis se lo debo a él".

El ahora entrenador señala que una manera de honrar su memoria es ayudar a lo que él tanto quería, que el tenis llegará a la mayor cantidad de personas, sobre todo niños.

"Era una persona luchona, siempre buscando como ayudar a los niños, si veía alguien que no tenía una raqueta les daba una. Me tocó ver una vez que se quitó unos tenis para dárselos a un niño para que jugara".

Para Lalo, que se retiró en 1992 debido a lesiones, el legado de Omero es muy fuerte en la Ciudad.

"Definitivamente que todos los que se enseñaron a jugar tenis en Monterrey, casi casi en su totalidad no hay quien no haya pasado por él", comenta.

"Fue carismático, siempre viendo el lado positivo, para él no había barreras y siempre andaba buscando lo último en técnicas y enseñanzas".

Vélez dijo que extrañaran al mentor del tenis, pero que a la vez su huella será imborrable en la historia del deporte blanco en el Estado.

Hora de publicación: 16:05
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