Rompe Paola paradigmas
Citlalli Medina México, Guadalajara (08 marzo 2018)
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  • Paola Espinosa festeja el Día de la Mujer haciendo lo que más le gusta: entrenar clavados.
    FOTO: Alejandro Madera

Al ganar una medalla, la clavadista rompió la hegemonía de los hombres que subían al podio en unos Juegos Olímpicos por México. Paola Espinosa ahora vive su etapa como mamá y se concentra en alcanzar su quinto certamen olímpico.

En Atenas 2004 subió por primera vez a competir en la plataforma de 10 metros, una prueba que en el País era dominada en la rama varonil.

Fue en su segunda participación en el máximo evento deportivo, cuando se colgó la presea de bronce en Beijing 2008, junto a Tatiana Ortiz, en sincronizados 10 metros.

"En México no había medallistas olímpicas, sólo había hombres. Nunca quité el dedo del renglón y trabajé fuerte. Ahora que soy mamá quiero regresar a hacer clavados e intentar volver a unos Juegos Olímpicos para demostrar que a pesar de ser mamá, quiero seguir cumpliendo mis sueños. Eso no es una limitante, al contrario, es algo que me motiva, que me da fuerza", menciona Espinosa.

Nacida en La Paz, Baja California, Espinosa se mudó a la escuela del Comité Olímpico Mexicano desde los 11 años para integrar las selecciones juveniles.

La saltarina creció con las hazañas de mujeres que hicieron historia en el deporte mexicano, como Soraya Jiménez y Ana Gabriela Guevara.

Paola se preguntaba qué era lo que se sentía representar al País en el evento multidisciplinario de mayor magnitud y posicionar a México entre los mejores.

"Me tocó ver a Soraya en un cuarto del Comité Olímpico, yo apenas empezando en mi deporte, y me llenó de ilusión.

"Cuando yo logré esa primera medalla en mi deporte para las mujeres me dio mucho orgullo y fue remontarme a esa época, porque siempre me imaginé cómo se ha de sentir o por qué lloraban", cuenta la deportista.

En sus prácticas le decían que no podía realizar su clavado de tres y media vueltas adelante, porque una mujer no tenía la fuerza y potencia para hacerlo.

"En su momento todos me decían que no lo iba a lograr, sólo mi entrenador confiaba en mí, pero yo sentí que tenía talento, que brincaba, que podía dar vuelta rápido", recuerda.

En su intento por perfeccionar el clavado, las repeticiones le trajeron golpes en la cabeza y en el estómago al caer sobre la plataforma.

El más peligroso fue un día antes de sus primeros Juegos Olímpicos, cuando tras el golpe cayó a la alberca sin movilidad y a consecuencia le dio hipotermia, además de las marcas moradas que pintaron los golpes en su cuerpo.

"Lo primero que pensé fue que lo tenía que volver a hacer. Volver a pararme en la plataforma e intentarlo, hacer lo que estaba entrenando y no pensar en otras cosas", confiesa.

A partir de se día aprendió una lección que la acompaña, pues a pesar de escuchar repetitivamente que no lo podría lograr, su perseverancia dio fruto.

En los Juegos Olímpicos, ante la mirada de millones de personas, subió a la plataforma para poner en práctica lo entrenado.

Los golpes en su trayecto los cambió por la satisfacción de sentir el agua al caer en la alberca y ver la calificación otorgada por los jueces.

"A veces estamos más preocupados de nuestro entorno, que por lo que nosotros tenemos y podemos controlar, que es lo que he hecho durante mucho tiempo.

"Gracias a ese clavado, de mayor grado de dificultad, pude ser campeona del mundo y dos veces medallista olímpica. Fue romper ese tabú, que tal vez se decía que las mujeres no se iban a subir a 10 metros a tirar y menos a hacer clavados tan complicados, y yo lo hice", recuerda.

FRASE
"Sigue teniendo muchas armas para poder competir, se está bajando a la prueba de 3 metros, no desconoce, pero siempre hacía 10 metros. Le ha costado un poco, como a todos, pero la veo muy bien. La admiro mucho como clavadista y como persona".
Iván "Pollo" García sobre Paola Espinosa


Su objetivo: Barranquilla 2018

Tras su embarazo y el nacimiento de su hija Ivana, quien ya cumplió un año, Paola Espinosa regresó a la fosa de clavados y cambió su lugar de residencia a Guadalajara para incorporarse al equipo del entrenador Iván Bautista.

"El hecho de regresar después de tanto tiempo de no hacer clavados, me costó un poquito de trabajo regresar a mi forma física, todavía no regreso al 100 por ciento, pero ya llevo un gran camino avanzado", admite.

A pesar del cambio, la medallista olímpica seguirá representando a la Ciudad de México, en la prueba de trampolín 3 metros.

"Espero estar lista para el selectivo nacional. El proceso ha sido diferente, pero mi objetivo y lo que deseo es ir a los Centroamericanos. Si estoy lista, en el selectivo voy a luchar por un lugar.

"Sé que ahorita la competencia en México cada vez es más fuerte, pero yo creo que eso es lo padre de competir y que tengas la oportunidad de hacer lo que más te gusta", reconoce.

Para la prueba de plataforma 10 metros solían competir entre 3 y 4 clavadistas en un selectivo. Actualmente hay más de 12 competidoras que realizan eliminatorias para definir a las representantes.

"Me hago responsable de eso, porque a raíz de la medalla, las niñas voltearon a ver la plataforma de 10 metros y dijeron: 'si Paola pudo, yo también puedo, y quiero trabajar'.

"Creo que abrí ese panorama para las niñas que vienen, y me siento muy orgullosa de eso, porque en México hay mucho talento. Me encanta haber dejado un granito de arena en las ilusiones de esta niñas", revela.

 

Ivana: su medalla más importante

El nacimiento de su hija es algo que les ha cambiado la vida por completo a Paola y al clavadista olímpico Iván "Pollo" García.

Entrenar los clavados es su pasión más grande, pero ahora su ilusión es disfrutar el mayor tiempo posible junto con su bebé.

"Es la etapa más hermosa que he vivido en toda mi vida. No puedo comparar absolutamente ni un poco una medalla olímpica con el hecho de ser mamá.

"Ojalá pueda llegar a los Juegos Olímpicos y que mi hija pueda verme y recordar en unos añitos más que su mamá es una mujer trabajadora y que cumplió sus sueños", desea.
Ante la posibilidad de que su hija practique los clavados, para Paola lo esencial es transmitirle también la educación deportiva.

"Lo que sí es un hecho es que le inculcaré el deporte. Es la manera más bonita, más sana de criar a un niño sano en cuerpo y mente, eso es lo que yo quiero, que mi hija haga deporte y el deporte que ella quiera", expresa Paola.



El impacto en la sociedad

Paola Espinosa creó la fundación que lleva su nombre, en el intento de prevenir la obesidad, el sobrepeso y el bullying infantil.

"Creo que muy pocos deportistas tenemos esa responsabilidad social, y yo, al regresar de unos Juegos Olímpicos y ver los problemas reales que estamos viviendo en nuestro el País, dije: algo tengo que hacer.

"Si ya pude impactar en un niño cuando me ve por la televisión tirándome un clavado de 10 metros, de que otra forma puedo regresarles esos aplausos y esa alegría, por eso es que decidí crear esta fundación, en donde creo que el deporte te salva la vida", mencionó.

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