Cruz Azul es el Campeón de la Concacaf, pero no se olvidó del drama.

Aquella última jugada del partido en la que el paraguayo Pablo Velázquez pudo pasar a la historia por ser uno más de los eternos verdugos de último minuto, quedará como una simple anécdota porque, con Jesús Corona en el piso y con el marco abierto, mandó el balón por encima del travesaño, y con así tiró las aspiraciones del Toluca.

Tras esa jugada nació el representante de la Concacaf en el Mundial de Clubes en Marruecos, con Cruz Azul tan cerca del infierno, pero ahora sí acariciando la gloria.

Porque las lágrimas de Christian Giménez al final del duelo son el fiel reflejo de un equipo que ahora sí festeja luego de aquel trago amargo del Clausura 2013, al perder en cuatro minutos una ventaja de dos goles sobre el América; o lo que les hizo Monterrey en el Apertura 2009, al remontarles un 3-1; o Pachuca en la Concachampions en el 2010, cuando un gol agónico de Édgar Benítez puso a los celestes a llorar, pero por motivos muy diferentes al de esta noche en el Nemesio Díez.

Cruz Azul pasó caminando la Fase de Grupos en la actual Concachampions, pero soportó algunos sustos contra el Sporting Kansas City tras perder en la ida de los Cuartos de Final o frente a Tijuana en una Semifinal marcada por los conatos de bronca, por los cuales Jesús Corona fue suspendido tres partidos, aunque luego la Concacaf reculó y le permitió jugar el encuentro de vuelta de la Final.

La Máquina se murió con el estilo de la casa, con el sufrimiento al saber hasta el día previo a la Final de vuelta que "Chuy" sí podría jugar, ese hombre que hoy tuvo un buen desempeño y que casi al final, por fin, tuvo la fortuna de su lado... algún día iba a pasar.