Uno de los momentos en los que el torero es atrapado por un cúmulo de sentimientos, previo a una corrida de toros, es cuando se viste de luces.

La posibilidad de morir y el anhelo por alcanzar la gloria se conjugan y el torero vive momentos intensos que son sobrellevados a lo largo de al menos 40 minutos, cuando disfruta de vestir el traje de luces.

Se trata de un un verdadero ritual, aderezado por la emoción de saber que poco tiempo después enfrentará, ataviado en seda y oro, a uno de los animales que más respeto impone en el mundo.

"Vestirse de luces es algo que me apasiona, es mi vida. Esa transformación que se ve por fuera, se vive intensamente por dentro", comentó José Mauricio, el matador de toros capitalino que permitió una sesión fotográfica para mostrar un momento íntimo en la vida de estos singulares hombres.

José Mauricio es un torero de Temporada Grande con el deseo enorme y la convicción de poder seguir luciendo el traje de torear por muchos años.