¡Y cómo no va a dar orgullo ser del norte!

La fiesta de inauguración del Estadio BBVA Bancomer fue una noche para rendir tributo a quienes han escrito la historia del Monterrey durante 70 años, pero con un toque muy regio.

Más de 51 mil aficionados de los Rayados llegaron con la intención de mostrar su pasión por los colores azul y blanco, pero seguramente salieron igual de enamorados con la tierra que los vio nacer.

La noche, calurosa, como no podía ser de otra forma en esta Ciudad, fue creciendo en intensidad.

Pioneros en muchas cosas, los regios crearon la ola por allá de 1984, pero anoche la reinventaron para lograr la primera ola digital con los brazaletes sincronizados que se repartieron a todos los aficionados y que fueron la sensación de la noche. Era sólo el comienzo.

Nuestras tradiciones, costumbres, cultura del trabajo y todo eso que identifica al regio, desde sus montañas hasta su gastronomía, quedaron plasmados en una esfera.

Un nudo en la garganta se empezó a formar en cuanto la historia del Monterrey fue contada a través de imágenes que algunos recordaron con lágrimas en los ojos.

"Bienvenidos a casa", decía sobre la cancha, para avisar que lo mejor estaba aún por venir.

Entonces, apareció una constelación de estrellas que brillarán por siempre en el firmamento albiazul.

Ahí estaban Arnulfo Avilán, ex jugador sobreviviente del primer partido de los Rayados en 1945, también Ubirajara Chagas "Bira" y Francisco Bertocchi. Aunque ausente, también honraron a Claudio Lostaunau.

No faltó Magdaleno Cano, quien vistió 437 veces la playera de los Rayados; Milton Carlos, quien marcó 73 goles, y Rubén Romeo Corbo, otro goleador histórico con 69 anotaciones.

Obvio, hubo espacio para honrar a los campeones de goleo que ha tenido el club en su historia: Francisco Javier Cruz, Guillermo Franco y Humberto Suazo, aunque los últimos dos no asistieron.

Si se trata de ídolos que no necesitaron ser campeones para alcanzar ese estatus no podían faltar Germán Ricardo Martelotto y Rubén Ruiz Díaz.

Pero de los ex jugadores ninguno fue tan ovacionado como el símbolo de los Rayados, el capitán Jesús Arellano, "El Cabrito", el tres veces mundialista y multicampeón con el equipo de sus amores.

Francisco Avilán y Daniel Passarella, los técnicos que dieron los primeros dos títulos, tuvieron su momento.

Sin embargo, la gran ovación de la noche se la llevó otro "regio por adopción", "el Rey Midas", Víctor Manuel Vucetich, a quien la gente le dedicó ese cántico que fue moda en la época dorada del club, en la que obtuvieron dos títulos de Liga y el tricampeonato de la Concacaf.

"¡Oé, oé, oé, Vuce, Vuce!", retumbó el "Gigante de Acero" desde sus entrañas.

Se habían desatado todo tipo de emociones en miles de personas que no sólo aman a su equipo, también su lugar de origen.

Al pie del Cerro de la Silla, empezó a correr un aire algo más fresco para recibir a Eliseo Robles Jr., Alicia Villarreal, Tatiana, Pepe Elizondo, Celso Piña, Bobby Pulido y Nacho de Los Claxons para cantarles a los "Somos Rayados".

Pero pocas cosas más regias que escuchar a Lalo Mora entonar el "Corrido de Monterrey" y secundado por un coro de sedientas voces, que quizá no hayan tardado mucho tiempo en pedir una cerveza.

Había transcurrido poco más de una hora, pero se sintió como un instante. Pronto, ya era hora de deshacer el nudo en la garganta y cantar a todo pulmón el himno de los Rayados.

Los juegos pirotécnicos le dieron el cerrojazo a una noche deslumbrantemente regia.