Da brillo Castella al aniversario 70
Guillermo Leal México, Cd. de México (05 febrero 2016)
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  • Sebastian Castella hizo una faena llena de emoción y que terminó por recibir el cariño de la afición mexicana.
    FOTO: José L. Ramírez
  • El francés entendió bien a 'Seda de Oro' y terminó cortándole las orejas.
    FOTO: José L. Ramírez
  • Este es el momento que Sebastian Castella fue prendido por 'Amoroso', de Manolo Martínez.
    FOTO: José L. Ramírez
  • El sexto toro que se lidió como quinto tuvo que ser devuelto, luego de romperse un pitón.
    FOTO: José L. Ramírez
  • Nacho Garibay se tuvo que conformar con la ovación de la afición.
    FOTO: José L. Ramírez
  • Por momentos, Arturo Saldívar lució en sus dos faenas, pero con la espada no estuvo fino, al pinchar a sus dos astados.
    FOTO: José L. Ramírez
  • Un pequeño tomó un cojín y demostró sus dotes taurinos, consiguiendo la total atención de Castella.
    FOTO: José L. Ramírez

El pundonor no solamente de torero, sino de hombre, del francés Sebastian Castella permitió que los 70 años de la Plaza México se festejaran con broche de oro.

El diestro galo consiguió una emocionante faena a un toro de extraordinaria presencia que regaló y le cortó las orejas, algo que logró después de salir de la enfermería donde le atendieron una cornada.

La noche del viernes fallaron los astados, pero no los toreros pues, aunque Ignacio Garibay y Arturo Saldívar no cortaron orejas, se mantuvieron en un tono digno que el público reconoció.

Así, la corrida del Aniversario 70 fue larga, pero no aburrida.

Digna de subrayar es la honestidad de la figura francesa Castella, quien no vino a la México únicamente a cumplir con un compromiso, sino a demostrar el respeto que tiene por el público mexicano.

Su primer enemigo, que resultó enrazado, le dio una cornada que le hirió el escroto y el pene, y pese a la lesión se quedó en el ruedo para pasaportar a su enemigo.

Después de ser intervenido quirúrgicamente en la enfermería, salió para torear a su segundo, que no le dio opciones, y luego regaló el toro al que desorejó.

Pero el de Castella no fue regalo más, fue un compromiso.

Su catadura, los astifinos y amenazantes pitones, lo decían todo. A ese le hizo la faena en la que, además de variedad, hubo emoción, y, aunque no fue pulcra, porque a veces el toro decía que no y Sebastian que sí, tuvo entrega y torería.

La honestidad del francés, otra vez, le llevó a matar, pese a que la gente, erróneamente, pedía el perdón para el animal de La Joya, y lo hizo de una estocada entera para conseguir las orejas.

Maduro, reposado y sobre todo muy torero se mostró Garibay ante sus dos astados, a los que consintió y les permitió que se fueran a tablas. Ahí le pegó muletazos de muy buen factura, de reposo y temple.

Emocionó con su primero, que tuvo nobleza, pero fue débil, y con el cuarto, al que le tenía cortadas las orejas de no haber pinchado.

El público es el mejor termómetro, detuvo el caminar de Garibay, cabizbajo, para tributarle una ovación inolvidable.

Saldívar quiso siempre, pero no hubo manera. Sus toros, muy malos, le echaron a perder la noche a un torero que nunca bajó los brazos y merecidamente lo ovacionaron.










Hora de publicación: 23:26
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