La imagen de un brazo humano flotando en la bahía de Río de Janeiro en febrero pasado fue la gota que colmó el vaso.

A menos de 50 días, atletas de medio mundo estarán disputando las pruebas olímpicas de vela en aguas extremadamente contaminadas.

El brazo humano es sólo la punta del iceberg de uno de los mayores desafíos que afrontan los Juegos Olímpicos de Río 2016 .

La Bahía de Guanabara, que baña toda la región metropolitana de Río de Janeiro, recibe cada día más de 90 toneladas de basura procedentes de decenas de municipios. Es el depósito residual de más de 10 millones de personas.

El renovado puerto deportivo, adornado ahora con restaurantes de lujo, contrasta con la realidad en el agua. Cientos de bolsas de plástico, cajas, troncos de árboles, muebles, animales muertos o incluso cadáveres humanos, conforman el principal quebradero de cabeza de los regatistas que están a punto de llegar a Río.

El comité organizador subraya constantemente que la zona del campo de regatas estará limpia para los Juegos. Todos los esfuerzos de las autoridades se centran ahora en retirar la basura flotante.

Mientras se encienden las alarmas a nivel internacional, las autoridades brasileñas ya confiesan abiertamente que perdieron la batalla. O que ni siquiera la iniciaron.


Labores insuficientes

El Gobierno del Estado de Río de Janeiro, responsable del cuidado de la bahía, cuenta con 10 "ecobarcos" que recogen unas 40 toneladas de basura mensualmente, algo que para los ecologistas que luchan por una bahía limpia desde hace tiempo no es más que un parche.

"Es una acción de emergencia a la desesperada que en realidad tiene muy poca eficiencia", explica el biólogo Mario Moscatelli, una de las voces más beligerantes contra la negligencia de las autoridades.

De nada sirve recoger la basura que flota en la bahía, añadió Moscatelli, mientras que los ríos siguen desembocando llenos de residuos en el mar.

Y es que los objetos flotantes son sólo la parte más visible del problema.


Peligro latente

En las negras aguas de la Bahía de Guanabara los coliformes fecales, virus y bacterias campan a sus anchas.

"Todos los atletas que tengan algún contacto con el agua deberían vacunarse contra la hepatitis A y evitar ingerir a toda costa el agua del mar. Desgraciadamente este es el escenario ambiental caótico que tenemos después de pésimas gestiones públicas que apenas buscan ganar dinero", apunta Moscatelli.

El cuadro se agravó hace dos años, cuando investigadores de la Universidad Federal de Río de Janeiro detectaron la presencia de "superbacterias", llamadas así porque producen una enzima denominada KPC que las hace inmunes a los antibióticos.

Pueden causar infecciones urinarias y pulmonares e incluso la muerte en personas con problemas inmunológicos.

Recientes análisis de agua demostraron que estas bacterias ya no se encuentran tan sólo en la bahía, sino también en las famosas playas de mar abierto, como Copacabana e Ipanema.


Promesa incumplida

Cuando Río de Janeiro se postuló como candidata a acoger los Juegos Olímpicos de 2016 prometió al Comité Olímpico Internacional descontaminar al menos 80 por ciento de la bahía. Sin embargo, apenas ha habido avances.

Se gastaron cientos de millones de dólares en construir cinco grandes depuradoras, pero no se construyeron las tuberías de conexión con la red de alcantarillado, así que la inversión fue inútil, critican los ecologistas, que ven impotentes como esas estaciones de tratamiento de agua sucia envejecen sin ni siquiera haber empezado a funcionar.

El Gobierno del Estado de Río hace tiempo que asume en público que el legado de una bahía limpia no se hará realidad.