El ex futbolista y entrenador mexicano Hugo Sánchez dijo hoy que quiso ser el Luis Aragonés de México, pero acabó quemado y sin respaldo cuando señaló que se podía ser campeón del mundo con un proyecto de doce años.

"Quise ser el Luis Aragonés de México y (...) establecer un criterio parecido, similar, (pero) cuando dije que México podía ser campeón del mundo siempre y cuando respetaran lo que es el proceso que yo pensaba a doce años para poderlo conseguir, no me apoyaron, ni me respaldaron, sino al revés, me quemaron", señala.

En una entrevista telefónica desde el balneario de Cancún, Sánchez expresa su respeto por el "negocio del futbol" y el deseo de los dueños de la Liga de ganar dinero, pero sostiene que el sistema debe cambiar si México quiere ganar algo importante, ya sea una Copa América o un título mundial.

Admitió que "va ser muy complicado" y va a costar años, "como le pasó a España hasta que no llegó un entrenador como Luis Aragonés", (1938-2014), quien llevó a ese país a conquistar la Eurocopa en 2008, un triunfo que marcó el camino de la Roja para ganar la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010.

El mexicano señala que ahora está en una etapa de su vida más tranquila y de menor presión a la que vivió cuando fue director técnico en México, una responsabilidad que ocasiona un desgaste generalizado.

"Si el equipo funciona y anda bien, ganamos todos (...), pero si el equipo anda mal, el que tiene la culpa es el entrenador, me parece muy injusto", comenta.

Al referirse a sus últimas experiencias en el banquillo con el Almería español y el Pachuca de México, señala que en el primero "el presidente quería demostrar que sabía más medicina que el doctor, más preparación física que el preparador y más que sabía más de fútbol que yo".

En el Pachuca "no tuve una gran experiencia" porque, a pesar de que le habían ofrecido proyecto a tres años, "tristemente utilizaron mi nombre, mi imagen y mi prestigio para proyectar al equipo en Europa", sentencia.

Sánchez critica la reciente medida adoptada por la Liga de permitir a los equipos convocar diez extranjeros y ocho mexicanos por partido, al considerar que le quita trabajo a los jugadores mexicanos.

"Son bienvenidos todos los jugadores extranjeros que puedan y que merezcan venir a México", pero este país -dice- no es parte de un bloque como la Unión Europea, donde hay libre tránsito de trabajadores.

A los directivos del futbol mexicano esto "les da lo mismo" porque solo quieren ganar dinero y lo hacen con la compra-venta de jugadores extranjeros, apunta.

México, indica, no tiene lo que otros países como Brasil, Argentina o Uruguay, donde preparan a los jugadores desde fuerzas básicas y promueven y defienden su futbol.

"La mentalidad en México es de malinchismo, que significa alabar y hablar bien de los extranjeros y criticar a lo nacional", lamenta Sánchez sobre el sistema del balompié en el país, donde "se van a lo fácil, que es ganar dinero en poco tiempo sin invertir en tiempo de formación".