'Para mí no es opción no terminar'
The Red Bulletin México, Cd. de México (26 agosto 2016)
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  • El corredor pasa horas y horas de esfuerzo y sin hablar con alguien.
    FOTO: Cortesía The Red Bulletin

Todo mundo ve la línea final de la meta y se entusiasma si algún corredor rebasa a otro en los últimos metros. Esa no es la historia de Daniel Almanza. En su más reciente hazaña en China, la segunda carrera de 250 kilómetros en el año, cruzó la meta junto con otros dos competidores. Uno le cedió el paso al otro, en un gesto de solidaridad. Miles de metros atrás, se habían animado mutuamente para continuar “la carrera más difícil de mi vida”, dice el mexicano que se ha propuesto correr cuatro desiertos en un año y sumar los mil kilómetros del Grand Slam. En esa carrera, terminó en tercer lugar de su categoría.

Daniel, que en su vida “normal” maneja el negocio de su familia, un lavado de autos en Monterrey, tiene un hobby muy particular: las largas distancias. Maratones muy largos. Se trata no sólo de llevar su cuerpo al límite, sino de romper con el paradigma de quienes piensan que correr 10 kilómetros es correr. No lo es para Daniel. Alguien como él no piensa en esos términos.

Cuando no está entrenando, busca el apoyo para financiar sus ultramaratones. Pero sus patrocinios no son para salir campeón, sino para terminar los cuatro desiertos en el año. Aquí terminar es ganar. También tiene otro interés al buscar esos apoyos. Le otorgan más confianza y compromiso para lograrlo. Lo que lo mueve: “Tienes que enfocarte en el hecho de que ya lo has realizado. Así usas la molestia que te provocaría no completarlo esta vez. La única manera de quitarte esa incomodidad es terminando la carrera”.

Hasta ahora su método ha sido infalible. ¿Qué otras herramientas usa para terminar la competencia? Una de ellas: no pensar en que es una competencia.

DE RIVALES A AMIGOS

"Ahora en China estuve a punto de abandonar la carrera, tuve un golpe de calor. Me senté a la sombra, mi cuerpo me pedía dormir”. La organización ha prohibido que los corredores se detengan en medio trayecto, sobre todo lejos del personal, porque la radiación solar y estar expuesto a la deshidratación pueden matarte. Y si no hay nadie ahí, no es difícil estar perdido en medio del desierto.

Daniel, antes de caer dormido, reflexionó y recordó a su esposa e hijas. Aquello le hizo levantarse y seguir caminando, ya sin el litro y medio de agua que le permitían llevarse consigo. A unos pasos levantó los brazos. Un médico se acercó, lo hidrató y lo refrescó con agua. Este quería que ya no siguiera, pero el regiomontano le pidió que le permitiera continuar la carrera.

"Finalmente recordé a mi familia, me levanté y seguí caminando. Al faltar apenas 10 kilómetros para terminar alcanzo a ver ue quien yo pensaba que era el puntero iba realmente detrás de mí”. En el mismo desierto chino, el problema que tuvo con varias ampollas en sus pies pasó a estar en un segundo plano. Ahora estaba él entre los primeros lugares y esperó a su competidor amigo para así mutuamente alentarse y cruzar juntos la meta. Los dos visiblemente adoloridos y deshidratados.

MENTE SANA EN MENTE SANA

Algo es certero en una competencia tan solitaria como correr 250 kilómetros en seis días (así cada uno de los desiertos): tienes que domar tu mente. Los retos van a estar ahí sí o sí.

"Piedra y arena, el calor. Mucho desgaste. Más vale que tu mente esté de tu lado”. Si este deporte ya es muy diferente del cardio común de quien corre en caminadora, lo es más cuando se requiere domar tus pensamientos. “No existe un entrenamiento que sea suficiente para este deporte”. Ninguna rutina te dará lo que se requiere para terminar una carrera como esta, donde perdió cinco kilos en seis días. “El entrenamiento ayuda, claro, pero nada más”.

Lo que para otros es una condición de posibilidad, aquí apenas es una “ayuda”. Lo crucial, dice Daniel, está en la mente, en la determinación. “He visto carreras donde alguien deja la carrera porque ‘le duele la rodilla’. Muy bien. También he visto cómo algunos la terminan cojeando con el pie destrozado, pero terminan".

"Para mí no es opción no terminar".

ENTRE EL PLURAL Y EL SINGULAR

Daniel Almanza se sabe acompañado. Desde que sale de su casa en Monterrey hacia un vuelo que lo llevará a uno de los desiertos (el siguiente es en Chile, en octubre) lleva en su mochila todo lo que podrá usar. Incluso los alimentos que necesitará para la competencia. No lleva entrenador, ni asistente. Emprende la carrera de seis días donde no podrá tener contacto con nadie, sólo podrá leer mensajes de aliento que le envían, sin responderlos. Pero cuando le pregunto cómo superó el obstáculo de las ampollas, su respuesta es: “Apostamos por usar unas calcetas diferentes, sin haberlas probado antes. Nos funcionó”. Así, en plural. Como si fuera un equipo.

Si no conoces la dinámica de tal competencia, no sabrías que está hablando de él mismo, pero dice tener siempre consigo a todas las personas que lo están apoyando (marcas incluidas). En cambio, la carrera es solitaria. Literalmente es desértica. El corredor pasa horas y horas de esfuerzo y sin hablar con alguien. El efecto que esto causa en la competencia lo hace más singular. Los que en la línea de salida eran sus competidores se convierten en compañeros. Al fin y al cabo en casa es raro encontrarse a alguien que sepa lo que es correr 250 kilómetros en una semana y aquí están, a su lado. Tiene mucho en común con ellos, aunque no hablen la misma lengua, les une un deporte y una pasión más fuertes.

Entre tramo y tramo (cerca de 50 km por día), su tarea es descansar, hidratarse y, obvio, alimentarse muy bien. Es en las tiendas de campaña donde, muchas veces con los pies levantados, conversa con sus ahora compañeros de hazaña. Pero este lujo sólo es posible si has logrado un buen tiempo; cuanto más tardes en terminar el tramo, menos tiempo para descansar tendrás antes del siguiente. “Procuramos tomárnoslo con calma los primeros días”. Daniel se refiere a correr sus primeros 42 kilómetros como un calentamiento para los más de 200 km restantes en esa semana, lo que equivale a uno de los tramos.

SIN PARADIGMAS

"La gente lo ve como una locura. Como algo que no se puede hacer". Para Daniel es irrelevante pensar en todas las razones, algunas de mucho peso, para simplemente dedicarse a otro oficio. Alguien le dijo en su cara que no lo lograría. Que esas cuatro carreras de 250 kilómetros no eran para él. Aún ese comentario lo lleva consigo y es el tipo de cosas que le incomodan y que lo hacen, con más razón, terminar la carrera.

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