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El futbol mexicano en el 2068
Carlos 'Warrior' Guerrero | 16-07-2019
en CANCHA
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Cuando se escribían crónicas sobre la naciente rivalidad entre Necaxa y Atlante por allá de 1928, los cielos estaban siempre despejados en la Ciudad de México.

Aquellos primeros Clásicos se jugaban en el Parque España, construido sobre Calzada de la Verónica y calle De La Teja (hoy Melchor Ocampo y Marina Nacional) o bien, en el Parque Asturias ubicado entre Calzada Chabacano y la calle José Antonio Torres.

El País estaba políticamente agitado e inquieto. Eran los convulsionados tiempos donde, tras el asesinato de Álvaro Obregón, Emilio Portes Gil se convertía en Presidente de México.

Nuestro futbol estaba todavía lejos del profesionalismo. Sin embargo, ya aparecían algunas iniciativas con el fin de darle forma a un proyecto tan sano como necesario para un pueblo que no sólo requería pan sino también circo.

Muchos años después, ya en 1943, Necaxa desaparecía porque su espíritu deportivo no comulgaba con la profesionalización. Horacio Casarín, ídolo necaxista, alimentó la bravía rivalidad al fichar para el Atlante. Los llamados "Electricistas" dejarían de tener suficiente impacto y aquel férreo antagonismo erosionó con el tiempo.

Hoy nadie habla del Clásico entre Necaxa y Atlante. Tampoco del Real Club España y el Asturias.

A través de las décadas, diversas razones acabaron con los vestigios de una época romántica que cimentó a una Liga que dejó para siempre el amateurismo durante el mandato de Manuel Ávila Camacho.

¿Por qué entonces si el tiempo -tan abrasivo- no perdona y por qué si una flor sin agua se marchita, no pensar que el riego constante puede hacer brotar nuevas plantas? Tierra fértil tenemos y también nobles lluvias (motivos) que hoy generan nuestros equipos. Así como se han esfumado clásicos, también pueden nacer otros.

Tendrán que pasar muchos años pero es posible que América y Tigres escenifiquen un nuevo clásico. Que hayan sido tantas las batallas, tanta la hegemonía de uno u otro y tantos los lustros dominantes que, llegue el día en que ese "partido especial" alcance la condecoración.

Y entonces, algún periodista, por allá del 2068, escribirá:
 
"Eran los tiempos de López Obrador. El País estaba agitado e inquieto. En cuanto al futbol, el odio deportivo entre América y Tigres crecía como la espuma. Un gran portero de nombre Agustín Marchesín, siendo jugador del América, le hizo un gol vía penal a Nahuel Guzmán arrebatándole un título. Eran los dos mejores de la época. Años después -lo recuerdo bien- Marchesín firmaría con Tigres generándose un escándalo. Ahí lograría tres campeonatos y la rivalidad se dispararía aún más entre dos de los clubes más ganadores de la historia. Cruz Azul y Chivas no le daban pelea al América y eso, Tigres lo aprovechó durante más de 20 años...".

 
 
Twitter: @CARLOSLGUERRERO
 
 
 
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