El día de ayer la oficina de la NFL en México, que comanda Arturo Olivé, anunció, de forma inesperada, que el juego que disputarán el próximo 18 de noviembre los Jefes y los Cargadores será el primero de tres partidos que se jugarán en la capital del País a partir de la temporada 2019 y hasta la campaña de 2021.
De entrada, esta parece ser una magnífica noticia para los aficionados en nuestro País. Y es que a la decepción que provocó la cancelación del partido entre Kansas City y Los Angeles el año anterior, por el mal estado del terreno de juego, se había sumado la incertidumbre en torno a la continuidad del contrato en el que la inversión del Gobierno federal era indispensable. Dicho contrato fue anunciado en noviembre de 2017, justo antes del duelo que disputaron Patriotas y Raiders. Sin embargo, un año más tarde, y tras las elecciones presidenciales, el equipo de transición de Andrés Manuel López Obrador le habría hecho saber tanto a Arturo Olivé como a las autoridades del Consejo de Promoción Turística, que no respetarían el contrato firmado para el período 2019-2021.
Sin embargo, de acuerdo con la versión dada a conocer ayer por Olivé, el contrato firmado por el Consejo de Promoción Turística -organismo que, de acuerdo con el titular de Sectur, Miguel Torruco, estaría en vías de ser liquidado- y la NFL, se va a respetar. Faltaría saber si la inversión comprometida por el CPTM a finales de 2017 se mantendrá, si la cifra se reducirá o si de plano la inversión que antes hacía el Gobierno federal será absorbida en su totalidad por la iniciativa privada.
Estoy convencido que este tipo de eventos deportivos de alto nivel son un activo que vale la pena conservar. Y, sin embargo, tengo claro que un gobierno con recursos limitados y con la austeridad como una de sus banderas fundamentales no tendría que invertir en la promoción de un partido de fútbol americano.
Por lo anterior, esperaría que la continuidad anunciada ayer por el mandamás de la NFL en México esté financiada en su totalidad por inversionistas de la iniciativa privada. De otro modo, y por muy grande que sea mi afición a la NFL, me parecería una pésima noticia que, en un país con tantas carencias y necesidades básicas, el gobierno destine recursos para que los dueños de la liga profesional más exitosa del mundo se llenen las bolsas de dólares con cargo a los contribuyentes mexicanos.
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