El América sacó fuerza de su espíritu y demostró que ni el cansancio ni el desgaste pudo con él.

Ésta es su última oportunidad para darle brillo al centenario y rescató el empate 1-1 ante Tigres, en la Ida de la Final del Apertura 2016, dejando para la Vuelta la definición del título.

Sólo que esta igualada dejó a las Águilas con un mejor ánimo porque demostraron que tienen los argumentos para aniquilar a los Tigres, si se lo proponen.

Hubo lapsos donde parecía que no se estaba jugando una Final, fue como si se tratara de un encuentro de la fase regular, porque a los felinos no se les vio la ambición para salir a demostrar el porqué tienen uno de los planteles más caros y variados del futbol mexicano.

Las Águilas sacaron la casta y al menos en los primeros 45 minutos no se notaron los estragos del viaje a Japón, porque fueron los que tuvieron mejor propuesta ofensiva.

Un par de avisos y una llegada a profundidad de Oribe Peralta marcaron la pauta, ante unos regios que se replegaron, dejando que los de casa hicieran el gasto.

Una estrategia muy a lo "Tuca" Ferretti y hasta cierto punto mezquina al querer sacar provecho del cansancio que acumulan los azulcrema, por todo el trajín de los últimos meses.

Peralta levantó polémica cuando el árbitro, Paul Delgadillo, decretó la pena máxima por una aparente falta de Jesús Dueñas sobre su persona. En medio de la duda y la polémica, el "Cepillo" estrelló el balón en el travesaño, cobró con soberbia, sobrado, sin el temple que se debe tener para estos tiros de castigo, un fiel reflejo de su personalidad.

Cómo extrañó el América en esos momentos a Osvaldo Martínez, un experto en el cobro de los penales, hasta antes de que se enterara que su carta ya es de Santos, y que esta noche ni siquiera fue a la banca.

Una genialidad de André-Pierre Gignac le dio a los Tigres la ventaja, un minuto antes de irse al descanso de medio tiempo. Un gol que redondeó la idea futbolística de Ricardo Ferretti, pero que no fue sinónimo del trabajo colectivo de los felinos.

El América apeló a su ADN, ese que lo hizo pelear cada pelota y salir a buscar la igualada. El empate llegó por conducto de Bruno Valdez al 68', para demostrarle a los regiomontanos que las finales tienen que disputarse con propuesta y coraje, no con un sistema carente de espectáculo.