Díganle 'Pulques'... por blanco y baboso
Edgar Contreras México, Cd. de México (15 noviembre 2013)
compartir por:
  • Mauricio Ocampo guarda las imágenes de juventud junto al 'Piojo'.
    FOTO: José L. Ramírez
  • Herrera en lugar de llevar serenata ponía a todo volumen las canciones en su automóvil para conquistar a su mujer.
    FOTO: José L. Ramírez

Ni el más optimista de sus amigos de la juventud imaginó que "El Pulques", como apodaban a Miguel Herrera en Coyoacán, llegaría al banquillo del América y de la Selección Mexicana.

"Le decíamos 'El Pulques' por blanco y baboso, antes traía el cabello largo. Echaba el relajo, como todos, y sacaba las bromas.

"En las clases decía 'vamos a espantar a las viejas en los baños, echarles un cohete', a Memo (Robles, otro de sus amigos) lo cargábamos atrás de los salones y dizque iba nadando por la ventana, cosas así", recordó Mauricio Ocampo, uno de sus amigos.

"El Pulques", quien nació en Hidalgo y ya en el DF vivía en Xola, se enamoró de Coyoacán, donde estudió la prepa. Ya no salía de las casas de Mauricio y Memo Robles e incluso dormía ahí. En el barrio trabajó vendiendo bisutería de madera. Todas las tardes jugaba futbol. Le gustaba el baile y las fiestas con toda la pirotecnia. Ahí conoció a Claudia, su esposa y madre de sus hijas Mishelle y Tamara.

Rebelde por naturaleza, al "Piojo" no se le daba el romanticismo, pero tenía "verbo" y en lugar de llevar serenata ponía a todo volumen las canciones en su automóvil para conquistar a su mujer.

La fama no cambió al hombre que en la prepa no le rehuía a una buena pelea como tampoco a una partida de dominó o a unos buenos tacos, que todavía hoy acepta con gusto.

"Le digo: estás bien marrano, eres el típico que pide 10 tacos y su coca light, pero me contesta 'Ay, idiota, es por el sabor, porque me gusta'", refirió Mauricio.

Les baja a una chava

Miguel Herrera y Raúl Gutiérrez hoy son viejos lobos de mar, pero el camino fue largo.

En 1993, los ahora técnicos en Selección Mexicana Mayor y Sub 17, respectivamente, cruzaron una apuesta con su amigo Mauricio Ocampo, que ganaría quien saliera con la asistente del delegado en Coyoacán, de nombre Zaida.

A ella la conocieron en pleno papeleo cuando el "Piojo" y Ocampo abrieron "Churroburger", un negocio prometedor cuando los churros y el chocolate caliente no se vendían en cada esquina del barrio.

"Estaba guapa, era una chavilla güerilla, era libanesa, Zaida. Como yo tenía que ir a ver los trámites, le empezaba a hablar a la chavita y la invité a salir.

"Yo estaba más seguro que ellos y que me los chingo. No hubiera apostado en ese entonces 2 mil pesos, era una 'lanota', como 10 mil de ahora, pero ya sabía que les iba a ganar", recordó, entre risas, Ocampo.

No había que dejar cabos sueltos, por eso antes de pactar con los atlantistas, que recién habían conquistado el título de la temporada 1992-93, le confesó sus planes a la susodicha.

"Le dije: oye Zaida, Miguel y el 'Potro' Gutiérrez te van a invitar a salir; ¿qué onda?, yo soy pobre. 'Ay, no seas payaso, el 'Potro' me cae gordo y Miguel me cae bien, pero no es mi tipo'. Le dije: pues es que ya eché una apuesta con ellos, pero independientemente de eso...", contó.

No fue la última vez que Herrera cayó en la trampa. Acostumbrado a pagar siempre la cuenta en los restaurantes, un buen día se sorprendió cuando Mauricio le dijo que esa vez él le invitaría los tacos.

"Y él, por chingarme, 'tráiganme esto y esto, ¿tú vas a pagar?', sí, sí, y todos pidieron y cenaron. Ya le dije pues tómate unas fotos", narró.

La cena salió gratis porque, previamente, acordó con los encargados del lugar que si les llevaba al "Piojo" el resto era cortesía de la casa.

Hora de publicación: 00:00
compartir por:
¿Quieres recibir en tu correo electrónico un resumen noticioso de la sección Futbol?
Sólo por hoy
Por los siguientes 3 días
Durante una semana