La afición rayada es la única que se escucha en el partido. FOTO: Reuters

El Estadio Jassim Bin Hamad puede ser la casa del Al Sadd, pero esta noche los Rayados juegan como locales.

Con tamboras, platillos y con las gargantas cargadas de ilusión, unos 600 aficionados del Monterrey ponen el ambiente.

Los aficionados del Al Sadd se cuentan por goteo. Visten túnicas blancas, pero están sentados. Si no fuera por el ruido que provocan los regios, pareciera que el partido se jugaba a puerta cerrada.

Apenas 7 mil 700 aficionados asistieron a la doble jornada del día.
Sin embargo, la mayoría eran aficionados del Esperance de Túnez que cayó eliminado en el primer partido.

Los pocos seguidores del Al Hilal que avanzó a Semifinales también se retiraron dejando una fiesta semi privada a los albiazules.

"Monterrey, Monterrey", suena fuerte. Tanto que ni el DJ puede alcanzarlos.

Salió el plantel a calentar y la ovación fue tremenda.
Y un par de aficionados aprovechando las facilidades hasta tiempo de charlar se dieron con el director técnico Antonio Mohamed.

Y sale Al Sadd. Hay aplausos, pero son más fuertes los abucheos.

Están en Qatar, pero Rayados juega de local.