En la vida son amigos, en el juego son rivales.

Nacieron en el mismo pueblo, Ayutla, Jalisco. Ahí se hicieron amigos y desde pequeños han coincidido en casi todo, excepto en el futbol. Saúl Laureano le va al América y Javier Guerrero, quien se mueve gracias a una silla de ruedas, es seguidor de las Chivas.

La amistad quedó para mejor momento, en el Clásico Nacional discutieron jugadas, en ocasiones parecían todo menos amigos, risas compartidas casi hubo, tomaron el juego muy en serio.

Laureano, quien viajó de Chicago para ver el partido, le canto el gol americanista. Guerrero sólo esperó paciente a que llegara el empate, y sí llegó en el complemento. Ellos también vivieron su partido, con diferente simpatía en lo futbolístico, pero sin bronca, con respeto.

"Somos amantes del futbol, aunque no compartimos equipo, compartimos el amor por el futbol y eso nos trajo juntos", dijo Laureano.

Gritos, lamentos y al final se dieron la mano. Saúl empujó la silla de ruedas. Ayer mismo se regresaron a Ayutla, a unas dos horas y media de Guadalajara.

Guerrero tiene su Chivabono, le es imposible manejar cada 15 días, pero se las ingenia para convencer a su esposa, aunque en esta ocasión viajó acompañado de uno de sus mejores amigos. Su amor por las Chivas es mucho, se nota cuando habla.