Tormenta Tuza
Tan sólo con su ratificación como técnico del Pachuca, Diego Alonso podría tener motivos de sobra para vivir un feliz fin de año, auuunque...
Me cuentan que, a pesar de que la directiva confía con los ojos cerrados en que muy pronto la apuesta por el uruguayo dará frutos en Tuzolandia, la realidad es que la decisión prendió la mecha de un barril de
explosivos.
Dicen que, en días pasados, el técnico se tuvo que soplar los berrinches de dos de los flamaaantes refuerzos que llegaron para este torneo, Rubén Botta y Jonathan Urretaviscaya.
A los sudamericanos no les han gustado ciertas actitudes de Alonso y mucho menos que me los saquen de los partidos cuando ellos sienten que están jugando como Maradona, aunque sólo jueguen como Botta y Urretaviscaya.
Me platicaron que, incluso el sábado pasado, Botta se le puso al brinco a Alonso cuando lo cambió ante Cruz Azul.
La mecha está prendida, muchachos, ya sólo es cuestión de tiempo para saber si la apagan o el vestidor de Pachuca explota en 2016.
Cobras 'venenosas'
Dicen que el miedo no anda en burro y quizá por ello los aficionados hondureños estuvieron muy bien portaditos ahora que los visitó la Selección Mexicana.
En el hotel de concentración destacó la presencia de agentes Cobra, que son elementos de la Policía Nacional especializados en contener disturbios, algo así como nuestros bienamados Granaderos.
Y al igual que estos, tampoco se tientan el corazón a la hora de soltar un catorrazo o una patada para apaciguar a quien quiera romper el orden, por eso los catrachos se la pensaron 10 veces antes de llevarle serenata al Tri y prefirieron dejar dormir a los jugadores.
En el Estadio Olímpico Metropolitano también había Cobras por doquier, por lo que todo transcurrió en santa paz.
Eso sí, a diferencia de lo que ocurre en los estadios en México, en el inmueble permanece el alambrado de púas que divide la cancha de la tribuna, ya que nunca falta un loco que con Cobras o sin ellas quiera pasarse de vivo.
Sonrisa ante la adversidad
Después de la horripilante lesión que sufrió Luis Garrido, cualquiera podría pensar que el seleccionado hondureño está hecho un mar de lágrimas, pero ¿cómo la ven que no?
Pese a quedar fuera de circulación un añote, ya que además de que se trozó el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha, también se rompió otros tres ligamentos luego de que le cayó de bulto Javier Aquino sobre la pierna, el catracho aplicó la de "al mal tiempo buena cara" de manera ejemplar.
Ya en el hospital y pese a saber el funesto diagnóstico, Garrido tuvo la cortesía de regalarle su jersey a la enfermera que lo atendió desde que llegó.
Total, quizá Garrido pensó que lo que menos quería era tener esa playera de recuerdo de tan triste momento.
san.cadilla@reforma.com