Cuates de la reventa La Policía capitalina se robó, por donde se le quiera ver, el show en la ida del Clásico entre el América y Guadalajara el jueves pasado en el Estadio Azteca.
Además de que los encargados de velar por el orden fueron acusados de golpear a aficionados de Chivas y de que la Secretaría de Seguridad Pública hizo el ridículo al contradecirse en sus versiones sobre el aficionado que los acusó de agresiones y quien pretende interponer una queja en Comisión de Derechos Humanos, los gendarmes también implementaron dizque un operativo contra la reventa, pero por cada uno que agarraban había a su alrededor 20 revendedores "trabajando".
Es más, nadie me contó, sino que lo vi en vivo y en directo con este par de ojos que Dios me dio, cómo tres elementos de la SSP de la Ciudad de México platicaron el puntacho largo y tendido con un revendedor y después de despedirse chocando los puños, lo dejaron irse a realizar sus prácticas ilícitas sin mayores trabas, en una noche en la que el "te sobran, te faltan" fue lo menos grave.
Reencuentro de campeones El viernes pasado Francisco Palencia interrumpió literalmente sus alimentos y salió despedido de su mesa.
Dejen les cuento antes de que crean que algo malo ocurrió. La cosa es que por ahí de las 2 de la tarde de aquel día, el plantel de Pumas se apersonó en el Aeropuerto Capitalino para viajar a Monterrey a visitar a Tigres y antes hizo la clásica escala en el restaurante que está junto a las llegadas nacionales donde comían tranquilamente cuando por las puertas de cristal empezaron a pasar los jugadores de Pachuca, que venían regresando de Aguascalientes, donde una noche antes visitaron (y cayeron) con el Necaxa, entre ellos el viejo amigo de Palencia, Óscar Pérez.
Cuando El "Conejo" atendía a la prensa, a alguien le salió lo buena persona y le pidió a la recepcionista del restaurante que le avisara a Palencia que por ahí andaba su compañero de aventuras en el Cruz Azul cuando el Cruz Azul ganaba títulos, y pues el hoy técnico de la UNAM no se la pensó dos veces y casi saltó de su lugar para recibir al "Cone", quien ya había recibido también la noticia de que por ahí andaba Palencia y entró hasta su mesa, donde ambos se dieron un gran abrazo; justo cuando iniciaba la charla, El "Gatillero" se percató que por ahí andaba la prensa y pues luego luego se puso pantera, por lo que regresó intempestivamente a su mesa, privándose del gusto de saludar a un viejo amigo como debía de ser.
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