¿Cuarta transformación?

Mario Castillejos
en CANCHA


En Madrid, Venezuela fue dos goles mejor que la Argentina de Messi. En Porto, los panameños de Concacaf se igualaron con los monstruos brasileños.

En Valencia, España se vio angustiada frente a Noruega. En Amsterdam, con gol al minuto 90, Alemania apenas ganó su segundo partido oficial de los últimos nueve. Y en San Diego, los del "Tata" dieron una magnifica primera impresión.

¿El

futbol mundial también estará viviendo una cuarta transformación?

Para quienes pretendan sacar conclusiones tajantes de un resultado de futbol, vale la pena recordar que cada instante es único. Y como anécdota, sólo recordemos que un día Chile nos marcó con un 7-0, dos años después, le ganamos a los alemanes en Rusia y el pasado viernes, en un lapso de 13 minutos, a los chilenos les regresamos tres goles. Así de relativo es el futbol.

Me quedo con el debut del Charly Rodríguez y su "software" para deshacerse del balón. Me quedo con la parada de Ochoa al cabezazo de Vidal, también con los metros en ataque que consumió "El Chaka", con el taconazo de Pizarro y el regate de Guardado en el pico del área chica.

Me quedo con la estampa de Raúl Jiménez en medio de Medel y Maripán, al igual que la de Edson Álvarez obstaculizando al mejor de todos en la cancha, Arturo Vidal. Y también me quedo con ese Hirving Lozano que de repente es vago y de repente aristócrata.

Señores, esta Selección Mexicana no va ser campeona del mundo. Igual llega al quinto partido, igual no. Pero en el inter nos dará motivos para ilusionarnos. Como una vez apunto Mario Benedetti: "cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo". Y aunque lo de México no pasa por ningún misterio, lo de Messi y Argentina sí.

El regreso de Lionel Messi fue una mera continuidad de la historia. No hubo cambio de rumbo, no hubo borrón y cuenta nueva. La Selección absoluta de Argentina no gana un título desde la Copa América de 1993. Y la frustación sólo apunta hacia Messi.

El capitán del Mundial de 1978, Daniel Passarella, emitió el juicio tras mirar por televisión desde Monterrey la derrota de Argentina ante Venezuela: "Cuando Messi juega con el Barcelona tiene una actitud diferente a cuando juega con Argentina".

Leo es tan diferente al resto que contrasta con lo vociferante de sus compatriotas. La palabra nunca ha sido su arma de defensa. Hasta en el Mundial de Brasil algunos le recriminaron su poco entusiasmo al cantar el himno nacional. Ni que fuera Gardel.

Ante Venezuela, Messi alineó con siete compañeros con los que jamás había jugado: Lisandro, Lautaro, "Piti" (los tres Martínez), Paredes, Lo Celso, Foyth y Montiel. Para quienes también vimos el partido, concluimos que el problema no fue Messi sino los otros 10. Claro, señalar al más famoso, siempre da caché.

Lionel Messi ha jugado 165 veces con su Selección, marcando 67 goles. Y siempre ha ofrecido garantías muy claras en uno de los once puestos. ¿Algún día los argentinos recriminarán al resto antes que a Messi? No creo.

PD. "A veces el ídolo no cae entero. Y a veces, cuando se rompe, la gente le devora los pedazos". Eduardo Galeano.

Lo escrito, escrito está.

 
Twitter: @castillejos_m