De punta pa'rriba

Mario Castillejos
en CANCHA


"Una máquina puede hacer el trabajo de 50 hombres, pero no existe ninguna máquina que pueda hacer el trabajo de un hombre extraordinario". Elbert Hubbard.


Cuando todos creían que el tiempo de posesión era la medición del nuevo milenio, de repente aparece un equipo como el de Carlos Barra y, en sólo nueve partidos, conmocionó esos rasgos de poderío que suponíamos debe tener cualquier

equipo protagonista.

Si queremos analizar el desempeño de estos Rayados, de entrada no podemos confundir lo que no nos gusta con lo que está mal.

Un equipo que en nueve partidos acumula el 70 por ciento de los puntos disputados forzosamente tuvo que hacer algunas cosas bien en cancha.

A diferencia del equipo de Vucetich que con similar plantel ya no fue capaz de rebasar los 23 puntos, ahora con Barra se simplificó al máximo la idea, respetando las características de siete de sus titulares, mismos que invariablemente vemos avocados sólo a defender, menguando las labores de enlace a dos volantes (Cardozo y Silva) y dos elementos para anotar (Suazo y Pabon).

¿Que el contragolpe sólo se justifica si eres un equipo limitado? Bueno, aceptemos que del medio campo hacia delante Severo Meza es un lateral improvisado como contención, igual que Bernardo Hernández, que Neri Cardozo es un extremo comisionado a labores de medio campo, que Lucas Silva como delantero es muy buen medio y, como medio, es mejor delantero, y que el "Chelito" Delgado alguna vez fue el esperma más rápido de la manada.

Visto de otra manera, si los delanteros Rayados no son aptos para defender y los defensas juntos con los contenciones no sirven para atacar, ¿qué sentido tiene jugar en bloque?

Con esa idea, el Monterrey sólo necesitó acertar 318 pases, tener la pelota el 30 por ciento del tiempo y fabricar nueve tiros a gol para vencer 2-1 al Atlas.

Aceptemos que este Monterrey juega fiel al más arcaico de los estilos: "De punta pa'rriba", esquema que si tienes a dos delanteros como Dorlan Pabon y Humberto Suazo funciona.

Y para que este equipo juegue diferente, sin duda tienen que importar expertos en imponer condiciones de medio campo y, de una vez por todas, olvidarse de las improvisaciones. ¿No cree usted?

Del otro lado de la Ciudad, los Tigres también asimilaron que no se necesita embriagarse de balón para ganar. Le bastaron 268 pases y el 33 por ciento de posesión para marcar tres goles.

No hay entrenador en el mundo que no viva del trance por el que atraviesan sus jugadores. Guerrón y Pabon son un magnifico ejemplo.

PD: Las palabras nunca son suficientes para dimensionar la grandeza de un jugador.

Lo escrito, escrito está.

 
 
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