El primer celular de Daniel Guzmán

Félix Fernández
en CANCHA


Si alguna característica tenía Daniel Guzmán cuando lo conocí, además de su impresionante capacidad goleadora, era la de socializar. Desinhibido e irreverente, pero siempre incluyente. Digamos que su necesidad de interactuar era un gran ejercicio para el trabajo en equipo.

En 1993 los teléfonos celulares eran toda una novedad, un lujo tan caro como estorboso y los futbolistas comenzaban a

doblar las manos ante estos aparatos. Daniel fue de los primeros en tener celular, a la par de cuatro o cinco jugadores de nuestro equipo, entre ellos Manuel Negrete, quien cuidaba especialmente su bolsillo. Su entretenimiento consistía en llamarle, solo en llamarle durante los viajes, concentraciones y traslados al estadio, con el único fin de generarle un gasto y, por supuesto, el gozo en el resto del equipo. Manolo caía una y otra vez, en esos tiempos en que el identificador de llamadas no existía.

El futbol, a todos niveles, permite el desarrollo de ciertas características en el individuo que, más allá del terreno de juego, le serán de mucha utilidad en su vida laboral, social y familiar.

Potencia la interacción, lo que sin discusión alguna enriquece la autoestima, la solidaridad y la cooperación.

Posibilita el contacto físico y permite sentir de primera mano el intercambio de emociones.

Estimula el juicio moral y con ello el enfrentamiento de diferentes puntos de vista, que llevan a salirse de uno mismo para entrar en el compañero y así resolver conflictos.

Permite la observación de conductas que, a su vez, resultan en el espejo de nuestras debilidades y fortalezas.

Hoy, dentro del equipo de Xolos que "El Travieso" dirige, existe un chat de grupo a través de whatsapp, en el que el técnico es uno de los principales animadores con frases, fotos y videos que obviamente sirven como interacción y provocación para el gran ambiente que goza el equipo líder del torneo Clausura.

Probablemente Daniel Guzmán, en ese entonces cuando anotaba goles a racimos con el Atlante, no estaba consciente de su gran aportación al equipo con sus inquietudes manifiestas a través de un básico teléfono celular. Él simplemente interactuaba, tenía contacto físico y verbal con sus compañeros, provocaba diferentes puntos de vista con sus actitudes y generaba reflexión sobre nuestra conducta dentro de un grupo tan heterogéneo como lo es un equipo de futbol. Eso mismo, corregido y aumentado, es lo que el director técnico de Xolos, hoy en día, es capaz de llevar a cabo en su plantel. Su éxito y el éxito de todo Tijuana en este torneo no es obra de la casualidad.

 
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