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San Cadilla | 01-10-2015
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Las razones de Erim
 
 
Erim Ramírez sabe que el miedo no anda en burro...

Luego de que el ex silbante reveló los manejos turbios que existen en la FMF en el tema arbitral, raramente aplicó el clásico discurso del "me malinterpretaron", aunque lo único que logró fue hacer mayor el embrollo.

A declaraciones como que el futbol mexicano era una telenovela, con guión escrito y todo, es difícil encontrarles un doble significado, y aún más a eso de abandonar tu vida personal para entregarte a la profesión.

¿Qué tiene que ver eso con una telenovela?

Bueeeno, dicen que en realidad Erim le ha confesado a su círculo cercano que no imaginaba que sus revelaciones levantarían tanto polvo y que su decisión de echarse para atrás fue porque tiene miedo de que alguien poderoso tome represalias contra él o los suyos, o inclusive por el tema de la contrademanda.

De ese tamaño está el miedo.

Es por eso que al ex árbitro no le ha quedado de otra que retractarse y mejor esperar a la primera audiencia en el pleito contra la FMF, aunque, para su mala suerte, seguirá con la zozobra unas semanas más.

La primera audiencia, que originalmente se llevaría a cabo mañana, fue suspendida luego de que apenas se pudo notificar a la mitad de los demandados.

 
 
 
 
El precio de la fama
 
 
A pesar de ser un tipo hosco y de trato más bien parco, Darío Verón es lo más cercano a un ídolo verdadero entre la afición de los Pumas.

Propios y extraños pudieron comprobar esto el pasado lunes, en la inauguración del Centro de Formación de David Cabrera, ubicado al sur de la Ciudad.

Por lo que ustedes gusten y manden, el evento dio inicio sin la presencia del capitán auriazul, cuya butaca vacía en el auditorio estaba al lado de los ya presentes Dante López, Daniel Ludueña y del propio Cabrera.

La cosa fue que apenas entró al recinto y los murmullos opacaron la ponencia en el escenario: "Mira, ya llegó Verón", "¿Verón?, ¿Dónde?, ¿Es ése?, ¡Órale!"
 
Nadie le recriminó ni lo vio feo por haber llegado tarde sino tooodo lo contrario, pues apenas salió al patio donde se hizo la recepción y le cayó encima la marabunta en busca de la foto y/o el autógrafo.

El zaguero atendió gustoso a sus fans, al extremo de que por hacerlo ya no pudo degustar un bocadillo ni la copita de vino a la que la mayoría de los invitados tuvo acceso.

Cuando Verón finalmente acabó con los fans, en lugar de ir al lado de Cabrera, Dante y Ludueña a terminar de departir, mejor emprendió la retirada, con las huellas del agobio que pasó para pagar el precio de ser un ídolo de Pumas en el rostro.

 
san.cadilla@reforma.com
 
 
 
 
 
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