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¡Existen los inocentes en el mundo del futbol!
Homero Fernández | 17-10-2015
en CANCHA
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¿Puede un equipo recibir 271 goles en una temporada y hacer su única anotación recién en el último partido? ¿Es posible perder 27 a 0 y todavía tener ganas de presentarse a jugar? Pues, sí.

Esta es la historia de un equipo catalán llamado Margatania, conformado por niños y niñas de 5 a 7 años de dos colegios de Vilanova i la Geltrú, a 45 kilómetros de Barcelona. El video de su caso ha estado circulando hace tiempo en las redes, pero su enseñanza es permanente y actual su vigencia.

"Moral no les falta porque aunque pierdan por muchos goles nunca se van mosqueados o cabreados a casa", cuenta uno de los padres. La misma actitud guardan las familias que festejan cuando su equipo traspasa la mitad de la cancha o logran dos pases seguidos. Hasta bromean por "tener aburrido al pobre portero del equipo contrario que pasa el partido mirando".

Pol, uno de los jugadores, intenta encontrar los motivos de las permanentes derrotas. "Porque estamos muy nerviosos y Haritz (el arquero) no puedo pararlo todo".

Justamente, él se queja de que tiene "mucho trabajo" y explica cuál es su técnica cuando va una pelota al arco: "Algunas veces no la tomo con las manos, pero otras veces me acuerdo y sí la cojo con las manos". Y aclara: "Pero no es porque le tenga miedo al balón".

Acerca de cómo festejarían la llegada del primer gol, Haritz no duda en confesar que "me pondré como un loco". Pol se piensa en su entrenador: "Carles estará súper contento y si marco yo, estaría tan contento que ¡saldría volando!", dice mostrando una sonrisa chimuela.

Al final de esa temporada el privilegio del único gol le tocó a Emma, una de los dos niñas del plantel. En una entrevista de radio posterior al video uno de los niños cuenta cómo fue. "Gerard sacó la falta, se la pasó a la Emma que chutó. El portero creía que era por debajo y era por arriba. Y marcó". Es el resumen más simple de un objetivo complejo de lograr. Como simple es también la filosofía del equipo formado por los padres y madres de los colegios El Margalló y Cossetania: que lo pasen bien, que aprendan a jugar futbol, a ser buenas personas y deportistas. Los resultados son accidentes en ese camino de crecimiento.

En tiempos en que los más altos cargos de la organización mundial del futbol y de las principales Federaciones son acusados de corrupción y delincuencia organizada; cuando los jugadores tienen tantos negocios que terminan perseguidos por evadir impuestos; hay denuncias de amaños y los clubes más poderosos están bajo la lupa financiera, siempre es bueno recordar las bondades que sigue teniendo el futbol en la formación del carácter y los valores de los niños.

Seguramente existen muchos otros ejemplos como los de Margatania, aunque haya niños (¡y adultos!) que nunca sepan perder.

 
 
homero.fernandez@reforma.com
Twitter: @MUNDODEPELOTA
 
 
 
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