Devuélvanme mis 80 pesos El otro día me quedó claro que en el futbol mexicano hay clases sociales.
Eso de jugar en el Ascenso MX es realmente como andar en la dimensión desconocida: el viernes pasado, los Leones Negros de la Universidad de Guadalajara recibieron al Atlante en el Estadio Jalisco.
Hace no mucho, esto podría haber sido un juego de Máximo Circuito, sin embargo, ese día apenas 5 mil personas tuvieron el valor de ir a un estadio que se quedó con 49 mil butacas vacías.
De inicio, me causó un poco de hilaridad que, al pedir mi boleto, me dieran un cartoncito casi del tamaño de una entrada del metro: "Ticketlight", decía, con la tipografía que usa Ticketmaster, pero en un papel que no tiene ni la cuarta parte del tamaño del boleto de cualquier partido de Primera operado por esta empresa.
Ya instalado en mi lugar, me tocó el bochornoso espectáculo de escuchar a la legendaria voz del "Coloso de la Avenida Independencia" hacerse bolas con los nombre de los atlantistas. Quién sabe cómo le habrán pasado las alineaciones.
Cuando un amigo pidió una cerveza, no pude contener la carcajada: los señores cubeteros te dan la chela en vasos con el escudo del Atlas ¡del Atlas en un juego de la UdeG!
Y como podrán suponer, lo más triste de la noche fue lo que ocurrió en la cancha: partido infumable que acabó como empezó, con el empate sin goles y 5 mil caras largas en la tribuna. Increíble que el jugador más talentoso del Atlante sea Fernando "Perruco" Espinosa y que la UdeG todavía tenga a Anangonó, a quien de plano hasta sacaron en el segundo tiempo.
Más de uno gritó al final exigiendo que le devolvieran los 80 pesotes que pagó por su entrada en la planta baja del Jalisco, un auténtico robo para el nivel que hay en esa Liga.
Halla a Julio Al terminar el partido entre Cruz Azul y Veracruz, dos amigos de Julio Furch pasaron "las de Caín" para encontrar al delantero de los Tiburones Rojos en los túneles del Estadio Azul.
El par fue de aquí para allá en el pasillo principal que conecta la cancha, los vestidores y la sala de prensa, pero no pudo dar siquiera con el camerino visitante.
Llegó un momento en el que un elemento de seguridad se cansó de ver ir y venir a estos amigos y les preguntó si estaban autorizados para estar ahí, a lo que uno dijo desesperado: "Sólo buscamos a Furch. Nos dijo que lo viéramos aquí".
Afortunadamente para ellos, el vigilante salió atípico, pues en lugar de correrlos, les dijo que la mejor manera de reunirse con Furch era esperarlo en la cancha, la cual cruzan los jugadores a fuercitas para llegar al camión del equipo, consejo que pusieron en marcha de inmediato con el resultado deseado.
En pleno campo del Azul, Furch departió con ellos un rato antes de partir, y tooodos felices.
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