Casta americanista

Francisco Javier González
en CANCHA


Una noche que empezó cuesta arriba para el América terminó siendo una sinfonía disfrutada por los asistentes al Azteca.

¿Qué pasó con el León? es una pregunta que tiene varias respuestas. No contar con Boselli que marcó más del 40 por ciento de sus goles en el torneo, es una de ellas.

Otra, que el que debió ser segundo gol para ponerse en ventaja importante, pegó en el poste. Pero

también que el árbitro César Arturo Ramos marcó un penal que no era para que las Águilas tomaran una ventaja de dos goles.

Pero la más importante de todas, es que el León no jugó a nada. Fue un equipo partido, naufragó atrás cuando perdía el balón adelante, chato en el frente porque intentó casi todo a pelotazos largos saliéndose de su estilo.

Con bombazos buscaba al "Gullit" Peña que se disfrazó de centro delantero y dejó de ayudar en la construcción del medio campo. "Gallito" Vázquez no conectaba con ventaja y la ayuda para contener de Aldo Rocha fue insuficiente.

León fue fulminado por una extraña enfermedad que no ha curado en todo el semestre: la de ser visitante.

Veintiún goles recibidos en sus últimos seis partidos fuera de casa para igual número de derrotas son una grosería. León no ha controlado su desequilibrio en todo el torneo, y eso habla del trabajo del técnico: no ha podido con su equipo, al que las tareas se le recargan para cuando juega en casa, donde es punto menos que implacable.

No se sabe si es cierto que el equipo está deshecho en el vestidor. La versión ha sido negada. En todo caso, sí lo estuvo en la cancha que es donde las cosas importan.

Del otro lado, América.

Las Águilas enderezaron las cosas de manera espectacular por una palabra en la que fundamentaron todo lo demás: su gran casta.

Aún en los momentos más difíciles, no dejaron de pelear un solo balón. Los ganaron en la media cancha, se la robaron al rival en la salida, sacaron las garras cuando tuvieron que defender y no dejaron de pensar en la victoria.

Más allá de las circunstancias de cualquier partido, el ganador tuvo la personalidad, mentalidad y calidad individual para terminar con aclamaciones una noche que insinuaba cerrar con jitomatazos.

América sí fue equipo y León no.

No es imposible que para la vuelta los verdes ganen con el mismo marcador que en el torneo regular y pasen a las Semifinales. En el futbol pasa de todo.

Pero para ello, tendrá que recuperar las bases perdidas, aplicar la experiencia de un plantel que se ha aburguesado y hacer renacer el brillo en los ojos que frecuentemente parece perdido.

Sólo así cambiará la historia. Todas las apuestas, jugando como anoche, las tendrá perdidas. Recibió una lección.
 
 
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