En el aparentemente interminable caso de Alan Pulido, el final feliz tan esperado por el jugador no ha llegado aún, y esa triste historia parece no tener fecha de caducidad.
Pese a todo lo sucedido, nada ha cambiado, incluyendo su actitud.
El ex felino sigue viviendo en su mundo irreal, se cree más de lo que es y pierde lo mas precioso que hay en la vida de un profesional de futbol:
el tiempo.
Mientras exitosos veteranos de nuestra Liga como De Nigris, Ayoví, Mancilla y Ludueña, sólo por citar algunos, siguen disfrutando y aprovechando los últimos suspiros de su vida futbolística.
Estos jugadores siguen pidiéndole a Dios que el tiempo avance lo más lentamente posible, mientras Pulido insiste en ser el crack que no es, un importante jugador que no juega, una mentira que va perdiendo los pocos creyentes que tenía.
Si consideramos que la vida activa de un futbolista promedia de 10 a 14 años, salvo algunas excepciones, dependiendo la posición y del país de origen (en Brasil los jóvenes debutan a muy temprana edad) podemos decir que en ese año y siete meses con tan poca actividad, Pulido ha perdido entre 12.14 y 17 por ciento del tan preciado tiempo en una carrera que por su naturaleza ya es muy corta.
En este periodo de locura, sus bonos han venido abajo y Alan parece no entender que aquella joven promesa ya no es una promesa y estando en la edad que representa la madurez de un futbolista ha hecho muy poco para exigir tanto.
Aquella imagen de un Alan Pulido rápido, matador, un delantero con movilidad e inteligencia para ganarle las espaldas de los centrales rivales se ha distorsionado peligrosamente para él.
Hoy el "Cristiano Ronaldo Regio", creo que así se cree, es visto como un jugador conflictivo, inestable y cargado de una actualidad dudosa.
Es una lástima que una carrera que se veía muy próspera haya tomado un rumbo tan inesperado y turbulento.
Cuanto más tiempo Pulido se mantenga en este anonimato más se autodestruirá, consecuentemente se seguirá alejando del camino correcto y dificultando las cosas para retornar el rumbo adecuado cuando le caiga la moneda.
Ojalá Pulido recapacite, reconsidere sus ya escasas opciones, tome un baño de humildad y haga lo correcto y no lo que él considera correcto, y lo haga antes que el tiempo, que no ha logrado hacerlo entender que el lugar de un futbolista es en la cancha, trague sus piernas y le quite la oportunidad de recomenzar.
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