Ni tres gotas

Mario Castillejos
en CANCHA


Los seguidores del Monterrey recuperaron el buen ánimo.

No hubo abucheos, protestas, desaprobaciones o broncas. Noventa minutos, un aislado gol, un debutante portero que jamás fue exigido. Curiosamente solidarios, mantuvieron al superlíder del pasado torneo, acéfalo.

Y tenemos que resaltar la no anotación en su portería, porque desde que llegó Mohamed (29 partidos de liga), sólo en

cuatro ocasiones lo habían logrado.

El Clausura 2016 arrancó en todos sus frentes de la misma manera como terminó el 2015: cualquiera le gana a cualquiera. Sólo ha transcurrido una jornada y sería muy deslenguado formular algún análisis, inyectando conclusiones definitivas.

Entiendo que el aficionado sólo quiere conjugar el verbo ganar. Y acciones como planear, idear, crear, jugar o esperar son un estorbo, percibido como una desagradable afrenta.

Entonces, ¿cuál es el objetivo? Sin duda, ganar, pero los dirigentes deben definir estilos o formas, porque esto no es una cuestión secundaria. La victoria en sí no debe justificar el todo porque ante la ausencia de esta consideración, vale lo mismo un entrenador como Vucetich a otro como Cruz, Barra o Mohamed.

Si hacemos un pequeño breviario de los últimos 30 meses, los Rayados han transitado de un estilo a otro, de un ideario futbolístico al contrario.

Se ficharon jugadores con unas características sin que existiera un juego característico. Y el tiempo pasó, los logros tampoco llegaron, convirtiendo al presente en algo terrorífico.

El análisis de los futbolistas que hoy sobran, junto a los que podrían llegar, no debería de variar dentro de cuatro meses sólo porque se lograron 23 o 32 puntos.

Este Monterrey puede ser campeón del Clausura 2016 con parecidas probabilidades que los mejores competidores. Sin embargo, si usted es rayado, por lo menos, ya conjugó el verbo ganar por primera vez en el año.

Del otro lado de la ciudad, los Tigres, fieles a su costumbre, volvieron a iniciar con una derrota. Las excusas, al igual que en los últimos tres torneos, pueden ser muchas, pero los grandes no pueden refugiarse en ellas.

El equipo de Ferretti hizo de la tenencia del balón un mero recurso de supervivencia porque la interminable secuencia de toques (567) rara vez rompió las líneas del Toluca. El 58 por ciento de posesión sólo sirvió para generar una raquítica jugada de gol.

Ayer los extremos Aquino y Damm no desequilibraron, Sobis se perdió en el esfuerzo, mientras que Gignac jugó muy lejos del área rival. Si exprimimos lo mostrado, no le sacamos ni tres gotas. Y la suma de tantas deficiencias no te arman una excusa. ¿No cree usted?

PD. "Los ganadores nunca renuncian y los inconstantes e inseguros nunca ganan". Vincent Lombardi.

Lo escrito, escrito está.

 
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