Confiar en la visita

Francisco Javier González
en CANCHA


El resultado de la quiniela es varias veces más desalentador que los exámenes de trigonometría que hacíamos en la prepa: sacar un punto casi cuesta una cubeta de neuronas.

Ir conociendo los marcadores de la tercera fecha resultó ilógico, -por lo menos de acuerdo a la lógica- de lo que es un pronóstico: ¿Cómo que solamente tres equipos ganaron en casa?

A efecto de para la hemorragia

de posibles aciertos, tras reconocer el problema hay que detectar las causas. La más importante es una que siempre prevalece: la desconfianza en los equipos visitantes.

Podríamos analizar: si el Pachuca había ganado siete de los últimos once contra el América en el Azteca, ¿no merecía un poco más de crédito un equipo que además del antecedente, juega mejor?

De Santos Laguna, cierto, no hay mucho margen para confiar. Tras su torneo campeonil, el pasado fue un desastre que terminó con dos técnicos cesados y gran incertidumbre.

La duda, en todo caso, debería consistir en lo que Tijuana puede hacer en casa. Miguel Herrera no ha sido la panacea que resuelva la falta de productividad por lo menos desde el primer momento.

La "localía" de Chiapas en un Cuauhtémoc cuyo frío era lo más opuesto a las condiciones de la selva lacandona, fue relativa. Veracruz, que fue más anfitrión por kilometraje que por juego, también le echó a perder la fiesta al casero.

Lo del Puebla si que es un pecado mayor.

Es un equipo que ha debido ganar la fe de los más incrédulos porque Pablo Marini con su trabajo se ha revaluado a sí mismo y a todos los integrantes de plantel.

Justo eso ha logrado: la extraña meta de hacer que todos hayan incrementado su precio y presencia en unos cuantos meses. Aunque algunos adivinadores no entendamos eso y pensemos que hay que volver a ponerle la marca a favor del local cada vez que la franja se para en terreno enemigo.

Pumas se enfrentó a esa franja que huye con seguridad del fuego que le persigue hace tiempo. Nunca cayó el gol cantado que se esperaba en la tribuna para por lo menos repartir puntos.

Lo de Chivas tiene que ver con un acto de fe: el deseo de verle fuera de problemas, de que por fin tome tres puntos de algún lado en un solo partido cualquiera de estos días.

Eso no dejó ver que Tigres es el campeón, que aunque jugó fatal en Toluca en la primera jornada tiene con qué complicarle a cualquiera tal y como lo hizo. Y que en tres minutos pudo darle la vuelta a una desventaja que luego terminó en la igualada final.

Habrá que pensarlo mejor la próxima vez: si los de casa han ganado 10 partidos de los 27 que se han jugado, la alarma está prendida. No son ni la mitad.

Da pena fallar, pero a ellos les debe dar más. Es lo bueno.

 
fjgonzalez@reforma.com
 
Twitter: @fj_tdn