Mañana jueves y el domingo se juega una Final inédita en el futbol mexicano: León vs Pumas.
Final precedida, sobre todo, de una histórica Semifinal en la que los ejemplares Pumas lograron cristalizar un milagro con la vergonzosa complicidad del Cruz Azul.
Semifinal histórica porque se tradujo en la primera ocasión -desde hace 50 años y 70 y tantas Liguillas- en que un equipo logra sacudirse en el partido de vuelta una desventaja de CUATRO goles sufrida en el de ida.
Una auténtica hazaña futbolística que para producirse requirió de unos Pumas convencidos, determinados, ambiciosos, pragmáticos, precisos, contundentes; pero también de un Cruz Azul primero indeciso, complaciente, pasivo; y después, francamente espantado.
Poco a poco le fue cayendo al conjunto celeste toda su historia encima, y así terminó sufriendo la derrota más imperdonable y vergonzosa que jamás haya sufrido.
Desde la banca, una inquietante incapacidad para reaccionar, para entender lo que estaba pasando y lo que debía hacerse para modificar las cosas; evidente incapacidad a la que se le añadió la alarmante inmovilidad física y mental de un puñado de jugadores abúlicos, sin alma, sin sangre, sin personalidad.
Jugadores de quienes ya se sabe que les molesta mucho el verbo "cruzazulear"... pero les encanta cruzazulearla.
Así se les abrió a los sorprendentes Pumas la posibilidad de cristalizar el milagro, y así lo cristalizaron con su ejemplar determinación y esa incomparable eficacia en las respectivas zonas de definición, cualidad que los ha distinguido a lo largo del torneo.
Ahora, queda por verse si ante el mejor equipo de todos son capaces los Pumas (por enésima ocasión) de volver a sorprender y a contradecir a los pronósticos.
Mientras esperamos para verlo y saberlo, detengámonos un rato en la actual gran noticia para la Liga MX, que no es, por supuesto, la cuestionable llegada de Mikel Arriola a la presidencia de la misma, sino el alentador regreso de Javier Aguirre a nuestro futbol.
El director técnico mexicano con mayor proyección internacional se hará cargo del Monterrey, que así confirma su empeño en recuperar cabalmente el papel de protagonista que dejó de asumir en este torneo que está por finalizar.
Además de la incuestionable capacidad de Javier Aguirre como director técnico (de la que ha dejado plena constancia particularmente en su gestión con el Osasuna, en su paso por el Atlético de Madrid y en sus 2 etapas al frente de la Selección Mexicana), algo dejarán en la Liga MX algunas de sus grandes cualidades: La claridad de conceptos, la elocuencia para transmitirlos con su excelente manejo del lenguaje, lo certero de sus diagnósticos, la franqueza y transparencia para hablar de cualquier cosa sin ambages ni medias tintas, la natural facilidad con que contagia y convence a sus jugadores de ponerlo todo en la cancha.
Aunque primordialmente lo contrataron para lograr que este poderoso pero aletargado Monterrey juegue como siempre debería jugar, la importancia de su presencia irá mucho más allá de la banca rayada.
Bienvenido sea, por lo tanto, su regreso al balompié mexicano.
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