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El Lombardi no volverá pronto a casa
José Pablo Coello | 28-04-2020
en CANCHA
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La temporada anterior, los Packers se quedaron a una victoria de disputar el Super Bowl.

Es cierto que la derrota ante San Francisco en el Juego por el Campeonato de la NFC fue contundente y que el equipo no parecía tener elementos suficientes como para aspirar a ganar el Super Bowl. Sin embargo, el panorama para esta organización, tras el inicio de la era de Matt LaFleur como entrenador en jefe, era muy esperanzador.

El reclutamiento colegial del pasado fin de semana, se presentaba como una oportunidad inmejorable para darle armas a la ofensiva comandada por Aaron Rodgers, sobre todo considerando que el equipo tendría acceso a una generación de receptores plagada de talento.

Después de todo, y a pesar de que muchos suponían lo contrario, el egresado de la Universidad de California había mostrado su disposición para adaptarse a la filosofía de LaFleur, y había demostrado que seguía siendo uno de los mejores mariscales de campo de la NFL.

En ese contexto, las decisiones tomadas por el gerente general Brian Gutenkust y el propio Matt LaFleur en las rondas iniciales del Draft, han sido altamente sorpresivas, y desde mi punto de vista, inexplicables. Green Bay no solamente dejo pasar a los mejores receptores de la generación, sino que increíblemente, no utilizo una sola de sus nueve selecciones para darle alternativas a Rodgers en el juego aéreo.

Por si esto no fuera suficiente, decidieron escalar posiciones en la primera ronda para tomar al QB Jordan Love, un prospecto interesante que, sin embargo, no parece tener la calidad suficiente para reemplazar a Rodgers en el mediano plazo.

Y finalmente, a pesar de que Jamal Williams y Aaron Jones conformaron una dupla de corredores excepcional durante el 2019, Gutenkust apostó por A.J. Dillon, un corredor que para muchos evaluadores de talento, no parecía ser material de segunda ronda.

En pocas palabras, LaFleur y Gutenkust parecen estar pensando en el futuro de la organización, una vez que la era de Aaron Rodgers concluya.

Sin embargo, Rodgers no solo tiene un contrato hasta el 2023, sino que bien podría tener condiciones para alargar su carrera como lo han hecho Tom Brady y Drew Brees, por citar solo un par de ejemplos recientes.

Además, si los resultados no son satisfactorios en el corto plazo, tanto el entrenador en jefe como el gerente general podrían perder su puesto, entre otras cosas, por haberle negado a uno de los mejores mariscales de campo de la historia, la posibilidad de llevar el trofeo Vince Lombardi de vuelta a Green Bay.

Twitter: @JosePabloCoello
 
 
 
 
 
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