Todos, sin excepción, nos identificamos con algún número al jugar futbol. Por una u otra razón, al llegar el día en que nuestro uniforme debe portar algún número, tenemos una preferencia que normalmente al principio no se nos cumple.
Originalmente los números se otorgaban por posición y le eran asignados a los 11 titulares que, por cierto, garantizaban su estancia en el terreno de juego durante todo el partido. Si lo abandonaban era por expulsión o lesión... no por cambio.
Los números se otorgaban de la siguiente manera: 1.- Portero. 2.- Lateral derecho. 3.- Lateral izquierdo. 4.- Defensa central derecho. 5.- Defensa central izquierdo. 6.- Medio de contención. 7.- Interior izquierdo. 8.- Interior derecho. 9.- Centro delantero. 10.- Medio volante creativo. 11.- Extremo derecho o izquierdo.
Posteriormente llegaron los cambios durante la Copa del Mundo México 1970 y con ello la numeración se extendió, razón de más para identificarse con un número específico, dentro de un plantel que contaba con más o menos 25 futbolistas en promedio.
Las disputas y preferencias por determinados números se volvieron frecuentes y, con el paso de los años, cualquier cantidad de equipos decidieron retirar el número de alguna leyenda significativa para el club, con lo cual se establecía, por decreto, que nadie más era digno de utilizarlo con ese escudo.
Pero lo que debo confesar es que jamás creí que la disputa por un número se daría entre algún futbolista y el dueño del club.
Sí, eso sucedió esta temporada en Xolos de Tijuana, donde se prohibía utilizar el número 1, ya que le pertenece a Jorge Alberto Hank.
Para este torneo se contrató al veterano portero Jonathan Orozco, quien según declaró, desde los 19 años ha utilizado siempre el número 1 y no quería portar ningún otro en el equipo fronterizo.
Jonathan no es solamente un arquero diferente y llamativo, sino que además es un gran arquero de sólida personalidad.
Durante su negociación solicitó el número 1 y, sin empachos, el señor Hank le pidió una muy fuerte suma de dinero para cederlo.
Y es que dentro de los códigos familiares, Jorge Alberto utiliza el 1, por lo tanto ese número en su equipo, le pertenece. Así de sencillo y así de increíble.
La cantidad que pagó el arquero regiomontano fue, créame usted, enorme y fue su completa elección. No cabe duda que hay obsesiones sumamente costosas, pero también presupuestos que permiten pagarlas.
"Vale cada centavo tener el número 1. No podía jugar con otro número y ni siquiera pensé en cambiarlo", dijo Jonathan tras la negociación.
Tuve un par de compañeros que, ya con unos tragos, discutían para pagar la cuenta. Al final, el que no desembolsaba, decía: "¿Qué, mi dinero no vale? ¿ah ok?", para luego romper en pedazos los billetes y finalizar con el tema.
Cada quien gasta su dinero en lo que quiere (o lo destruye) y un artículo cuesta lo que se paga por él, ni más ni menos.
El dueño del equipo le puso precio a "su" número en Xolos, el portero recién contratado lo pagó y ahora Jonathan Orozco utiliza el número 1, a costa de lo que sea, como lo hace desde los 19 años. Final feliz.
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