Tigres se ha convertido en el chico malo de la película. Y le ha gustado asumir el rol de antagónico. Con la máscara de villano puesta camina con prestancia y garbo. Con ella se siente seguro. De un tiempo para acá, es experto en sacar de quicio a los protagonistas consentidos del público alebrestando ambas partes. Tigres ya disfruta de su nuevo papel. Se nota a simple vista.
Cada día acapara más miradas y cada día mueve más las aguas. Se ha vuelto un equipo que da de qué hablar para bien o para mal. Tigres trasciende. Atrás dejó la indiferencia, esa con la que suelen batallar los equipos que no cuentan con arrastre nacional por motivos meramente geográficos o históricos. Y aunque se burlen de Tigres como algunos aseguran, interesan; son parte de la conversación.
Y aclaro, no estoy diciendo que todo lo que está haciendo Tigres lo esté haciendo bien. Sólo digo que está feliz detrás de bambalinas apenas asomado, listo para irrumpir cuando nadie se lo espera. Comienza a mutar en una estela fantasmagórica que a más de uno le pone los pelos de punta, que a más de uno molesta y que a más de uno le encanta.
Tigres se ha vuelto contestatario, rebelde y rezongón. Desde Nahuel, Guido, Gignac y Salcedo hasta un "Tuca" fumando en la banca o mentando madres desde un palco o en plena conferencia. Desplantes y arranques por todos lados. ¡Es un gran villano! Tigres es un actor ya cotizado y deseado aunque también repudiado. Un "Deadpool" de apreciaciones confusas. Una extraña mezcla entre héroe y antihéroe.
En México hasta hace poco tiempo había un solo equipo amado y odiado a la vez. Todos lo conocemos. Bueno, pues un nuevo equipo se integra al bombo del América para formar parte de la misma categoría. Y esos son los Tigres. O los amas o los odias. Ya no hay medias tintas con ellos. Por eso es que digo que lo han hecho muy bien. De manera voluntaria o involuntaria, supieron construir un personaje lo suficientemente poderoso para llenar la pantalla y para reforzar la trama de la Liga MX.
Hay un nuevo América en cuanto a sensaciones. No me vengan a decir que Chivas también es odiado. Chivas es un equipo popular, grande, importante, trascendente pero no necesariamente odiado. Su filosofía pro mexicana ayuda para no generar emociones nauseabundas y encontradas.
¿Qué otro equipo llega al punto de ser odiado? Ninguno. Sólo América. Y ahora Tigres que se ha colado en el reparto.
Es ahí donde Rayados tendría que aprovechar para emerger como el protagonista, como la cara buena de la historia y como el personaje de las buenas formas. El chico guapo y correcto, el caballero afable y confiable que encanta a todas las mujeres.
Rayados tiene una grandiosa oportunidad (como acérrimo rival de Tigres) de frenar las "fechorías" del vecino.
Todo el futbol mexicano saldría ganando con tan magnífica historia.
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