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La Dominguera
San Cadilla | 05-03-2017
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Tanque de la cancha
 
Cuando llegó a México, procedente de su natal Uruguay, con 24 años, le decían el "Martillo" por su letal forma de cabecear.

Sin embargo, ese apodo no tuvo arraigo en sus primeros juegos con el Morelia. Más bien impresionó por su corpulencia y superioridad en la lucha cuerpo a cuerpo para ganar el balón, por lo que un cronista de prensa escrita lo bautizó con el mote que se quedaría para la posteridad: "Tanque".

Muy pocos saben la historia de Carlos Miloc Pelachi (9 de febrero de 1932, en Montevideo), un letal y poderoso futbolista; un goleador temible del área.

El recuerdo más fresco de las generaciones maduras es la de un robusto y temperamental entrenador que logró situar a los Tigres en el mapa del futbol mexicano con sus primeros dos títulos.

Contrario a lo que pudiera pensarse y a su pasado como boxeador juvenil, en Montevideo, como futbolista el "Tanque" llegó a ser reconocido por el Colegio de Árbitros de México como el "Jugador más Caballeroso", en 1959.

Pero, para saber cuáles eran las cualidades de Miloc en la cancha basta con reproducir un párrafo de una descripción que se hacía en una revista especializada de los años 60.

"El 'Tanque' sigue derrumbando murallas con su increíble ímpetu. Sus cañonazos y embestidas son tremendos. Es un jugador muy cumplido y con gran sentido de responsabilidad. Es recio y tremendamente batallador. Útil", citó la publicación.

El uruguayo, quien fue constante goleador con el Morelia, se inició en las Fuerzas Básicas del Nacional, club en el que tuvo como entrenador al padre de su paisano Juan Ricardo Faccio, quien dirigió al Neza, el Puebla y el León, en los 70.

Gracias a su olfato de gol, a los 18 años Miloc fue seleccionado nacional por Uruguay.

Aunque soñaba con llegar a grandes niveles en el futbol, también le gustaba el boxeo. En el barrio armaban un cuadrilátero y los chicos presentaban funciones para darse de guantazos.

Una vez, el pequeño Carlos perdió el combate, pero se desquitó de su más fuerte victimario, abajo del ring y a mano limpia.

Sin embargo, dejó el pugilismo para dedicarse de lleno al balompié en el Huracán Buceo, donde comenzó su carrera profesional como interior izquierdo.

Después, jugó con el Defensor y el Racing, ambos de Montevideo. Siempre jugó con los números 9 ó 10 en la camiseta.

La temporada 1955-56 salió por primera vez al extranjero, a Colombia, donde jugó con el Deportivo Cúcuta.

El equipo tenía un juego tan preciosista que sus jugadores fueron llamados "Los Marcianos", entre quienes sobresalía Miloc como líder goleador de la primera vuelta, con 14 anotaciones.

En México, con el Morelia, en su primer año anotó 9 goles. En la historia del club fue mucho tiempo líder goleador histórico, con 59 anotaciones, hasta que Marco Antonio "Fantasma" Figueroa lo superó, con 98.

Fue el Morelia muy especial para Miloc, tanto que incluyó ese nombre en la familia que formó junto a su esposa, Angélica Renee Ozono.

Miloc recibió la invitación del Irapuato para reforzarlo en una gira de partidos. Jugaron 13 encuentros en Japón, Hong Kong, Filipinas, Singapur, Egipto y China, con 9 triunfos, 2 empates y 2 derrotas.

"Jugamos en Tokio y Filipinas. Recorrimos varios países en esa gira y, cuando volví, mi casa en realidad estaba en Morelia, pero me habló el Irapuato para ofrecerme un contrato en forma, para cambiar de equipo", recordó Miloc, en una entrevista hace años.

"Mi señora ya estaba embarazada y decidimos que se quedara en Morelia, pero como yo me iba a Irapuato, traje muy en cuenta que en Japón la gente decía sayonara para decir adiós, entonces, como era mi adiós, por eso le pusimos Sayonara Morelia a mi hija. Era una despedida de la ciudad para jugar en Irapuato".

Con la Trinca Fresera puso en práctica sus conocimientos de preparador físico y director técnico, cuyo carnet obtuvo en 1962.

En el Morelia se alternó como jugador y técnico, con tan buena labor que llegó a la Final por la Copa México en la temporada 1964-65.

También vistió la camiseta del León por un torneo.

Miloc decidió retirarse en definitiva con el Irapuato en la temporada 68-69, después de haber marcado sólo 3 goles, a pesar de la petición de la directiva de que no se fuera.

Sin embargo, el "Tanque" ya tenía dentro el convencimiento de desahogar la pasión desde un banco.

Ahí acabó la historia de un poderoso goleador charrúa que trascendió en México, pero comenzó la del entrenador robusto, broncudo, de fuertes puñetazos y una imagen inconfundible: siempre de guayabera y pantalones deportivos.

"Me dicen que no soy elegante, que no uso traje. ¿Y sabes por qué no uso? Porque soy futbolista y, como dice un anuncio de cola: sudo como futbolista, vivo, sufro y gozo como futbolista. Por eso a los futbolistas que dirijo los defiendo a muerte", dijo Miloc cuando era entrenador de sus amados Tigres.

Tras los dos primeros títulos que le dio al equipo universitario, se convirtió en el símbolo y líder espiritual, odiado, amado y respetado hasta su muerte.

Miloc, a los 85 años, murió el 25 de febrero, con el futbolista vivo por dentro.

 
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