Les urge a los protagonistas de este juego entender el terreno que pisan y la responsabilidad que tienen.

En un futbol en el que la violencia está siempre latente y tiende a incrementarse, nada ayuda la actitud beligerante asumida con frecuencia por jugadores y directores técnicos principalmente.

En la Jornada 3, un jugador comete un error que propicia un penal bien marcado en contra de su equipo, el penal se convierte en el gol del triunfo para el rival, y en lugar de disculparse con sus compañeros, dicho jugador habla de corrupción en el arbitraje, de una supuesta campaña para perjudicar a su equipo o para beneficiar al otro.

En la siguiente jornada, es un director técnico el encargado de contaminar el ambiente, de enardecerlo, con una agresiva señal dirigida hacia una parte de la tribuna en el Estadio Azul; y en lugar de disculparse por el error cometido, intenta justificarlo diciendo que la seña sólo era para un aficionado, y que casi casi resultaba obligada porque éste se había metido con su familia.

En ambos casos, irresponsabilidad total en cuanto al rol que se desempeña o debe desempeñarse.

Y lo más alarmante es que casos como ésos, que tuvieron como lamentables protagonistas primero a Nico Castillo y después a Paco Jémez, para nada son asuntos aislados en nuestro futbol.

Una y otra vez, jugadores y técnicos utilizan a los árbitros como justificación de las derrotas y como pretexto para no hablar de los propios errores y deficiencias.

Una y otra vez, las actitudes agresivas e irresponsables como respuesta a la agresividad siempre latente en las tribunas.

Y en la mayoría de los casos, la ausencia de las sanciones correspondientes y adecuadas, de los indispensables castigos como mecanismo para inhibir ese tipo de comportamiento.

A ver hasta cuándo.

 
Twitter: @rgomezjunco