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¿Se acabó el sueño?
José Pablo Coello | 12-12-2017
en CANCHA
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El triunfo del domingo ante Los Angeles, le ha salido muy caro a las Águilas de Filadelfia. Y es que si bien es cierto que la victoria les dio el título divisional y que además llegan a la recta final con la mejor marca de la Conferencia Nacional, la lesión sufrida por Carson Wentz compromete seriamente las aspiraciones del equipo dirigido por Doug Pederson.

El mariscal de campo de segundo año no solamente se había convertido en un serio candidato a ganar el MVP, sino que le había dado a la ofensiva de su equipo una nueva dimensión. Tras una campaña de novato en la que a pesar de dar muestras de su calidad también había tenido altibajos y equivocaciones propias de un jugador de primer año, Wentz estaba mostrándose como ese pasador que Filadelfia había visualizado cuando apostaron fuerte por él antes del Draft del 2016.

Gracias a su fortaleza física y a su movilidad, las defensas rivales simplemente no parecían tener los argumentos suficientes para nulificarlo. De la mano de un cuerpo de corredores plagado de calidad y profundidad, y de receptores que sin ser estelares habían desarrollado una gran química con Wentz, la ofensiva promedió más de 31 puntos por partido en los primeros trece compromisos del calendario, para ubicarse como la más productiva de la NFL.

Y si bien es innegable que Nick Foles está lejos del nivel de Wentz, y que la ofensiva tendrá que cambiar para ajustarse a las características de su nuevo mariscal de campo, me parece que descartar a Filadelfia sería un error. De entrada, es muy probable que las Águilas jueguen uno o hasta dos partidos en casa en los playoffs, y eso siempre será una ventaja. Por otra parte, Foles, más allá de sus defectos y de su fragilidad física, ha demostrado que puede ser un mariscal de campo efectivo y ganador. Finalmente, la ofensiva tiene armas de sobra como para seguir siendo competitiva, y ya demostraron, tras la lesión de Jason Peters, que pueden sobreponerse a la ausencia de jugadores fundamentales.

Ya alguna vez los Gigantes ganaron un Súper Tazón con Jeff Hostetler en los controles, tomando el sitio del lesionado Phil Simms en la recta final del calendario. Y aunque las comparaciones son odiosas, y es evidente que las posibilidades de llegar al Súper Tazón para el resto de los contendientes de la Conferencia Nacional se incrementaron con la lesión de Carson Wentz, creo que ganar un juego de playoff en Filadelfia será una tarea harto complicada, más allá de quién sea el mariscal de campo de las Águilas.

 
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