Cariño repentino Vaya lío que se armó gracias a Darwin Quintero y su intento fallido de darle un pelotazo a un reportero, pero lo verdaderamente curioso es que, al parecer, el incidente ablandó el corazón de los jugadores del América para con los fans.
Y es que si bien es una costumbre que la gente esté tooodos los días asoleándose a las afueras del Club América en busca de un autógrafo o una foto de sus ídolos, lo que no es tan usual es que el grueso de la plantilla se detenga a cumplir las peticiones.
No sé si el caso de Darwin haya tenido algo que ver, pero lo que sí me consta es que ayer muchos de los futbolistas se tomaron tooodo el tiempo para atender a los fans, y ahí estuvieron Renato Ibarra, Cecilio Domínguez, Jérémy Ménez, Edson Álvarez, Pedro Arce, Óscar Jiménez y un largo etcétera.
Eso sí, el que aprovechó un resquicio para escapar a toda velocidad, como siempre, fue precisamente Darwin Quintero.
El colombiano habló en la mañana a ESPN para decir que intentó pegarle a un árbol y no al reportero, y trató de culpar a la prensa por no investigar, pero los primeros que no le compraron su versión fueron sus patrones, porque apenas arribó a Coapa me lo sancionaron por andar de chistosito.
Por eso no me extrañó que, por la tarde, Darwin saliera huyendo de la gente, que de por sí no lo quiere mucho, y luego él no se ayuda.
Torteros de poca fe Hace semana y media, en el debut de Pumas en CU ante el Atlas, pasó algo muy simpático, pues 40 minutos antes del juego y ante la inmensa fila que había en los choripanes de la cabecera sur del Estadio Olímpico Universitario, me lancé a la Puerta F, donde unas chicas tienen un puesto de tortas muuuy ricas.
Sin embargo, mis amigas no imaginaron que lo que ocurrió una semana atrás, cuando Pumas convirtió un 2-0 en contra en 3-2 a favor en Pachuca generaría un flujo enorme de afición para el partido contra los rojinegros, y pues no sé si hicieron sus planes con respecto al triste final del Apertura 2017.
El caso es que a las 11:20 horas tenían caras de enorme contrariedad, pues llevaron poca materia prima para preparar sus deliciosas "tortugas". Aunque al principio les decían a los clientes que aguantaran tantito, pues un emisario se había lanzado por más jamón y queso, después, con rostros de decepción, advertían que su "mensajero" estaba atorado en un trafical que ni ellas ni nadie esperaban para el debut felino como local.
Al final perdieron una gran cantidad de clientes y los ganones fueron los del puesto de flautas de junto, que ni están tan buenas, pero se hicieron de una buena lana (incluida la mía) y todo por no tenerle fe a la afición auriazul.
Afortunadamente, el domingo pasado no les pasó lo mismo y las tortas circularon por decenas, así que la pérdida del juego contra Atlas se compensó a lo grande con la visita del América... Lección aprendida.
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