El fenómeno Nick Kyrgios sigue dando mucho de qué hablar.
Ahora en Roma fue descalificado en su partido de segundo ronda contra el noruego Casper Ruud en el tercer set. Gritó tremenda grosería para que le quitaran un juego de castigo y después aventó una silla que ocasionó la descalificación definitiva.
Increíble que pese a ser descalificado todo el público Italiano lo siguió ovacionando incluso después de que saliera del partido.
En la cancha de al lado, Juan Martín del Potro tuvo que esperar varios minutos para que la gente dejara de cantar el nombre de Kyrgios y poder reanudar su partido. Obviamente molesto e incómodo ante una situación extraña e inusual. Obviamente el público italiano estaba disfrutando de un partidazo y la atmósfera y energía en esos momentos, en el foro itálico era altísima.
¿Habrá alguien que le pueda hacer ver a Nick Kyrgios que su tenis es suficientemente pintoresco, gratificante y exquisito que no necesita hacer todo lo que hace y que sólo jugando su tenis tiene al público a sus pies?
Lo que me preocupa es la cantidad de niños que lo siguen. La pregunta que me hago es ¿Kyrgios es el ejemplo que le queremos dar a nuestros hijos?
Después de su gran semana en Acapulco venciendo a Nadal, Wawrinka, Isner y Zverev comenta.
"En Acapulco salí todas las noches y gané el torneo. No me acostaba nunca antes de las 4:30 am. Tenía que jugar un partido y en el mismo bolso guardaba la ropa que iba a usar para salir a la noche".
Me parece que se equivoca. Se quita presión porque sale hasta tarde y quizás le da resultado. En su cabeza le funciona para ganar partidos.
En el tenis, lograr tener ese control emocional todo el tiempo es algo que pocos lo logran. Roger Federer tiene un talento desmedido. Pero ese talento sin dominar el factor emocional en el tenis no le serviría de nada.
El circuito profesional es una burbuja donde existen demasiados excesos que te pueden llevar a perderte de muchas maneras. Glamour, dinero, fama pueden ser muy peligrosos si no lo sabes llevar y controlar.
Nick Kyrgios hoy se equivoca y seguramente le costará una multa muy fuerte de dinero. Seguramente confundido y sorprendido cuando sale descalificado de la cancha y es ovacionado por un público italiano entregado a él.
En Acapulco sucedió y ahora en Roma el público termina entregándose a él por su genialidad y no por sus irreverencias.
¿Podrá saber y comprender la diferencia?
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