Campeón de la humildad Pues ahora sí que con todo y su campeonato del mundo, resulta que Vicente del Bosque tuvo que pasar por el calvario del proceso de migración, recoger su equipaje y salir del Aeropuerto de la Ciudad de México prácticamente una hora después del momento en que aterrizó su avión.
Como el técnico de la Selección de España venía desde la República Dominicana, donde anduvo unos días de descanso, su equipaje fue a dar a la zona de salida de vuelos de Centro y Sudamérica que implican una exhaustiva revisión por las autoridades mexicanas, por aquello del riesgo de tráfico de drogas, y tuvo que hacer una laaarga fila para poder pasar por aduana, tanta que casi fue el último de los pasajeros en salir.
Pero me comentan que lejos de causar enfado o buscar la manera de que le dieran un trato preferencial, como sucede muy a menudo con la linda Selección Mexicana, Del Bosque se mantuvo como un pasajero más, sin desesperarse e incluso no puso objeción cuando alguien lo reconoció y le pidió posar para la foto.
Me dicen que de esa manera es como se comporta a diario el bonachón entrenador español, ya que continuamente muestra su sentido humanista al acudir a pláticas y conferencias que impliquen una labor social, no sólo deportiva, sobre todo en muchas actividades relacionadas con la niñez.
Pocos son los casos de gente en el futbol que entre más conquistas tienen y más fama alcanzan, su educación prevalece y predomina el corte humilde y recto.
Pues ese es el caso de Vicente del Bosque, a diferencia de otros personajes de equipos que visten de verde y que hacen tooodo lo posible por esconderse o escapar de la gente y de las entrevistas, aunque no pasen de la Segunda Fase en un Mundial.
¡Cuidado, Atlas!
Por si las broncas futbolísticas no fueran suficientes tras darle las gracias a su ahora ex técnico, Gustavo Matosas, el Atlas deberá de atender una verdadera bomba de tiempo que se ha activado en las tribunas.
Las tristemente célebres barras de los Zorros ahora se andan peleando por controlar la reventa del boletaje que reciben por parte de la directiva.
La tensión ha venido creciendo entre dos diferentes bandos que discuten y se recriminan, y la provocación ha llegado al punto de que, mientras un grupo inicia y fomenta un canto para el equipo, el bando contrario guarda silencio en señal de protesta.
Ya en sus barrios de origen han tenido algunos enfrentamientos, y ahora que viene el Clásico Tapatío.
Esa caldera podría estallar si la directiva no le pone un remedio, porque una batalla campal entre sus propias barras es lo último que necesita el Atlas.
¿Serán capaces, ahora sí, de ponerles un alto?
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