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Fuera los tramposos
Rafael Alarcón | 19-09-2017
en CANCHA
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"Si piensas que el golf es relajante, no estás jugando el golf como es".

Bob Hope, comediante
 
 
En mis primeros viajes internacionales jugando torneos como profesional aprendí rápidamente que, por más que nuestro querido deporte esté incrustado sobre principios éticos de la honorabilidad, hay quienes sí hacen trampa y confían en que nunca serán descubiertos.

En Singapur, Eugenio Nava, delató a un jugador de Corea por no colocar su bola en el lugar exacto después de marcar y limpiar la bola en green. Por más que esa falta había sido clara, sólo Nava la había visto y el juez concedió la razón al coreano (así lo estipulan las Reglas de Juego). En el último torneo de la Gira, en Japón, me toco jugar con el "trampas Kim". En el hoyo cuatro me di cuenta que estaba repitiendo la maña de lo que había sido acusado, y me dije a mí mismo "ahora sí no se escapa este coreano", le compartí mi inquietud al tercer jugador del grupo y me dijo que lo observaría. En el hoyo 13 volvió a colocar la bola unos 10 centímetros más adelante de su lugar original y le reclamé la falta. Después que el tercer jugador también lo había visto y casi se arman los trancazos en pleno green, este jugador se puso energúmeno y el lío siguió hasta terminar. Yo me rehusé a firmar su tarjeta. Ya con los jueces enfrente el tercer jugador se "rajó" a respaldar lo que claramente habíamos visto y, tanto yo como el resto del field, tuvimos que seguir compitiendo contra un tramposo del golf.

Los tramposos existen tanto en el golf social como en profesional y no es nada nuevo. Hace poco, Phil Mickelson comentó, a raíz de la penalidad impuesta a Alexis Thomson cuando el lente de la televisión expuso que había recolocado la bola más o menos un centímetro fuera de su lugar original, que había al menos 20 profesionales en el Tour que hacían trampa.

Hacer trampa en el golf es lo más fácil que hay. Para empezar es un juego donde no hay juez que vaya observando la obediencia de los competidores a las reglas, son los jugadores los que aprenden desde el primer día que el golf tiene la particularidad que el único juez es uno mismo y que cualquier violación a las reglas debe ser declarada y su penalidad acatada, aunque la violación haya sido por ignorancia o sin mala intención.

En los años que llevo compitiendo y jugando socialmente claro que me di cuenta de muchas violaciones a las reglas y siempre traté de proteger el field, como es la responsabilidad de cada jugador, pero ante las trampas de los jugadores, puedo decir que perdí la batalla porque a pocos logré exponer y comprobar. Quienes quieren hacer trampa lo logran porque no tienen ni conciencia ni escrúpulos y aprenden la habilidad porque aparte saben que el sistema les favorece.

Para descubrir a alguien que hace algún tipo de trampa, se requiere que la evidencia sea clara e inobjetable y que al menos dos jugadores atestigüen. También aprendí que, con la costumbre de hacer trampa, tarde que temprano se sabe. Los tramposos deben recibir el peor de los castigos y es "no tener con quien, o dónde jugar golf".

Hasta el próximo green.

 
 
rafaelalarcongolf@gmail.com
Twitter: @ralarcon2009
 
 
 
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