"Un buen golfista tiene determinación para alcanzar el triunfo y paciencia para esperar la buena suerte".
Gary Player, profesional de golf Ya fui, vi y regresé más seguro de lo que pienso.
Por un buen tiempo he tratado de convencer a mi amable foursome de lectores lo bien que marcha el golf competitivo a nivel profesional varonil en el País, y, aunque a veces es difícil hacer trascender el mensaje, no descansaré hasta lograrlo porque da mucho gusto ver lo que está pasando.
Estoy retirado de las competencias formales desde hace mucho y la brecha generacional podría haber sido motivo de engaño antes en la interpretación, pero después de jugar en Mazatlán estoy más seguro de lo que digo.
Jugué la octava etapa de la Greg Norman Professional Golf Tour y me encontré con muchas cosas positivas. Por supuesto que mi regreso a los fairways apuntaba más a encontrar otras satisfacciones como ver el comportamiento de los greens que rediseñamos y conocer la opinión de los jugadores, quienes afortunadamente elogiaron la nueva experiencia.
En la reapertura de los greens, el campo se comportó de manera diferente a su anterior fisionomía, cuando era un campo impredecible, ahora, siendo los greens mucho más amplios y adecuados para un resort, los jugadores pueden mostrar esa calidad de juego que tanto hemos venido hablando.
El campeón fue Sebastián Vázquez, quien tiró 63, 68 y 71 para un total de 14 bajo par, lo trascendental fue que con ese score ganó por tan sólo un golpe a Carlos Ortiz, Armando Villarreal y al colombiano Juan Pablo Luna.
Lo histórico fue que otros ocho jugadores lograron hacer abajo del par de doble dígito, y en total, de los 70 jugadores, 29 terminaron abajo del par.
Tuve la fortuna de haber sido bien acogido en la convivencia de estos jugadores dos generaciones más atrás y me dio enorme gusto ver lo bien que se están formando como grupo de competidores.
No es nuevo decir que el golf es un deporte individual y que una de sus grandes cualidades es lo bien que se puede convivir con los rivales fuera de cancha.
El grupo de unos 30 jugadores le está poniendo una nueva fisionomía al profesionalismo de México; ahora los veo muy bien preparados para el golf actual. En general son muy fuertes físicamente (pegan con facilidad arriba de las 300 yardas), conocen muy bien el entorno profesional mundial, son muy responsables y lo demuestran en sus formas de entrenar y cuidarse, piensan en ser agresivos en el campo de golf para lograr esos scores bajos, y saben que dentro de la cancha no se permiten las concesiones al rival.
La Gira que arrancó contra viento y marea está consolidándose poco a poco y recibiendo mejores apoyos. En Mazatlán, el Gobierno del Estado apoyó, ya que Estrella del Mar apunta a ser un desarrollo que sirva para detonar la región como destino de golf siendo anfitrión de eventos del PGA Tour Latinoamérica; el torneo de la Gira mexicana es tan sólo el inicio.
En cuanto a mi juego, sólo les puedo decir que, aunque me pusiera en forma, nunca podría estar al nivel de esta nueva generación. El golf que juegan estos chavos es mucho mejor que lo mejor mío en su momento. Eso sí, les confieso que me duele no ser de la generación actual para haberme visto la cara, hubiera sido interesante. Entonces, en adelante, habrá más porras a esta nueva generación.
Hasta el próximo green.
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