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¿Para cuándo en Vegas, baby?
José Pablo Coello | 22-05-2018
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Aunque todavía tendrán que ser aprobadas de forma oficial, las sedes para las ediciones 57 y 58 del Super Bowl han quedado definidas.

El duelo por el título de la NFL se jugará en Arizona en 2023 y regresará por undécima ocasión a Nueva Orleans para el 2024. Si a esto sumamos que Atlanta, Miami, Tampa Bay y Los Ángeles serán los escenarios de las ediciones 53, 54, 55 y 56 del Súper Tazón, la ciudad de Las Vegas tendrá que esperar al menos siete años para tener la oportunidad de entrar en esta exclusiva rotación.

De entrada, es importante señalar que la selección de Arizona y Nueva Orleans que trascendió el día de ayer forma parte de un nuevo proceso en el que la liga ha decidido dejar de lado la competencia entre varias sedes alternativas para escoger, de forma directa, a las ciudades que quiere que organicen el Super Bowl.

Ambas localidades fueron informadas en noviembre que habían sido elegidas para presentar una candidatura única, y todo indica que las dos recibirán la aprobación de parte de los dueños el día de mañana. De tal manera, no parece que la decisión de la Suprema Corte de Justicia de legalizar las apuestas en eventos deportivos a nivel nacional, a la cual la NFL se opuso durante mucho tiempo, haya incidido en esta determinación.

Como es bien sabido, al término de la próxima campaña, los Raiders dejarán Oakland para mudarse a Las Vegas, la capital mundial del juego. Y, aunque todavía no se ha confirmado dónde jugarán en la campaña 2019, hay quienes aseguran que podrían jugar en el estadio Sam Boyd, de la Universidad de Nevada, para mudarse a su nuevo escenario a partir de la campaña del 2020.

Si este fuera el caso, el nuevo estadio que costará cerca de 2 mil millones de dólares, tendría que esperar al menos cinco temporadas antes de aspirar a recibir el Super Bowl.

Estoy seguro de que, tanto Mark Davis como aquellos contribuyentes que aportarán cerca de 250 millones de dólares, hubieran querido que el período de espera fuera menor. Sin embargo, me parece que para el comisionado Goodell y para la NFL, no tener que pensar en un Super Bowl en Las Vegas en el corto plazo es un alivio.

Y es que, por ahora, la liga tiene las "manos llenas" buscando adaptarse a una nueva realidad en donde la integridad del juego tendrá que ser protegida de forma mucho más intensa y meticulosa.

Sin embargo, el Super Bowl en Las Vegas llegará, tarde o temprano, y estoy seguro de que será un éxito rotundo. Por lo tanto, no sería raro que, a diferencia de otras ciudades como Nueva York y Minneapolis, la nueva casa de los Raiders no sólo termine siendo una sede recurrente, sino que le dé una nueva dimensión al evento de cara al futuro.

 
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