El título de Copa obtenido por Carlos Reinoso tras 68 años de no abrirse las oxidas vitrinas y, aquella pintoresca temporada de Cuauhtémoc, Kléber, Quatrocchi, "Chaco" y "Lorito" Jiménez, entre otros, son algunos de los escasos buenos recuerdos de los Tiburones Rojos. Agradables pasajes de la historia reciente que, para llegar a ellos, se requiere de una profunda excavación porque no hay más.

Veracruz, estado de abundantes suelos fértiles, principal productor en el país de mango manila, caña de azúcar, naranja, papaya y limón, es tierra noble para sostener parte de la economía agroindustrial de México, pero no para cosechar buen futbol. Las semillas no han tenido buena mano.

En el Puerto el futbol no crece. Ahí no lo producen, no lo siembran, no lo cuidan, no lo riegan. Compran la pelota para transplantarla con la esperanza de que rinda frutos. Tal como lo hizo Grupo Pegaso con la franquicia del Irapuato en los tiempos de Raúl Quintana o como ahora que deberán formarse en caja para pagar 120 millones de pesos por las deudas que dejaron esparcidas en la cancha.

Lo lamento mucho por su gente. De no ser por la salerosa afición jarocha que sabe bailar a ritmos de carnaval, aquello sería un velorio cada 15 días.

En el mítico Luis "Pirata" Fuente, único e inigualable por su sabor y estructura, más maquiavélicos momentos que verdaderas satisfacciones.

Si no es el golpe del propietario a un dirigente o de un jugador a un periodista, es un socavón en la cancha, un apagón, un paro arbitral o un paro cardiaco; un vestidor incendiado o una campal en el graderío con jugadores violentados. Pero siempre ha de pasar algo ahí. Todo sin visión, estabilidad y calidad cuando la pelota rueda.

Sigo sin comprender cómo es que Siboldi, con etiqueta de campeón en la solapa de su saco, se atrevió a tomar las riendas del club más inestable. Y no sólo una silla caliente, una silla panda y resquebrajada.

Lo único rescatable, el valiente jugador que puso pecho al bombardeo entre vuelos, casi levitaciones, achiques y grandes desviadas. Sebastián Jurado, el joven portero que se ha aferrado a brindar motivos de esperanza en medio de una guerra perdida.

Hoy Jurado cabe en todos los equipos, ya sea como titular, como proyecto o como sano alfiler para picotear al consolidado guardameta en turno. En ningún club sobraría. Apto para uno con aspiraciones u otro con requerimientos urgentes de salvación.

Veracruz contribuye con el 43 por ciento de toda la producción de limón y naranja de México. Es el principal productor de piña y vainilla de todo el País. También el que más descensos registra en nuestro futbol y por lo mismo, uno de los equipos con mayor índice de decepción entre su gente.

Equipo que siembra tristezas, cosecha polvo.

 
Twitter: @CARLOSLGUERRERO