Ha dirigido a Messi. Ha tenido que controlar un reluciente vestidor repleto de figuras como el del Barcelona y ha tenido que lidiar con los recalcitrantes egos de un vestuario complicado y espinoso como el de la Selección Argentina.

Gerardo Martino está curado de espanto. Nada le perturba en cuanto a manejo de grupos. Sabe lidiar con la psicología del futbolista, sabe tratar y/o apaciguar problemas internos y sabe responder cuestionamientos de la prensa. No dice cosas de más y tampoco de menos. Habla lo necesario.

Ante la repentina ausencia de "Tecatito" Corona supo reaccionar de manera precisa y oportuna. Sus atinadas palabras tuvieron un efecto quirúrgico. Un corte de bisturí sin indicios de sangre. Advirtió al jugador sin un solo brote de amenaza. Fue contundente sin necesidad de dramatizar. Habló de repercusiones, pero nunca de desafiliaciones o castigos.

Martino no tuvo que alebrestar su sereno perfil ni debió elevar el tono de voz para lanzar el mensaje. Digamos que, en un plano imaginario, envió por correspondencia una carta a Oporto con palabras justas y también a otros destinos por donde caminan la mayoría de sus jugadores. "Tata" es un hombre de mundo y sabe de códigos postales.

Las reglas las ha puesto sobre la mesa y a Corona, con su negativa, lesión, o como le quieran llamar, sin poner un solo pie en la concentración de la Selección Mexicana en Estados Unidos, le tocó ser el primero en pasar al frente del salón para leer el nuevo reglamento disciplinario delante de todos.

"Nadie anda con un revólver en la mano pidiéndole que venga", nos respondió Martino en entrevista para TV Azteca sobre el caso del "Tecatito". Parece que aquello de levantar el teléfono para preguntarle a ciertos futbolistas si quieren ser o no convocados, es cosa del pasado.

Y también aclaró el asunto de Carlos Vela. "No hago ningún tipo de pactos con los jugadores. Decidí que Carlos no tenía que estar".

Créanme, si hubiera existido negativa del atacante del LAFC, el propio Martino lo habría dicho. Domina el manejo de las relaciones con los futbolistas.

Por cierto, Guillermo Ochoa, líder natural y moral (junto a Andrés Guardado) por experiencia y recorrido, nos ha confesado que "Tata" es un técnico que le genera tranquilidad, confianza y optimismo. Que no es un entrenador que quiere descubrir el hilo negro en el futbol. (¿Indirecta para alguien?) Que no se vuelve loco con los entrenamientos y que tiene muy bien estructurados sus conceptos tácticos.

Parece que el proceso de Martino inicia con disciplina y da la impresión que lo de "Tecatito" fue suficiente para que muchos entiendan sus formas de una vez por todas.

Nada de concesiones, regresos antes de lo previsto o permisos especiales. Un golpe de autoridad que hacía falta. ¿Cuánto durará el efecto?

 
 
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