Con 65 pases acertados de los 70 que intentó, Guido Hernán Pizarro Demestri (26 de febrero de 1990; Buenos Aires, Argentina), dio las notas más altas de lo que terminó siendo un recital de magníficas y espectaculares acciones.
Aparte de recuperar e interceptar 13 balones, Guido se dio tiempo para maquinar en solitario un lance donde hasta tres queretanos fueron humillados dentro de su propia área, incluido el portero Volpi.
Inmerso en un trance de ultraje, cacheteó la pelota a centímetros de la meta para sellar un gol que le dedicó a su hijo chupándose un dedo.
Pizarro llegó de 22 años, previo al inicio del Apertura 2013. Su experiencia consistía en 135 partidos con el Lanús. Un torneo atrás, el equipo de Ferretti había alcanzado el superliderato de la competencia con 35 unidades y, como Guido llegaba con buenas calificaciones, se antojaba que con él en el centro del campo la grieta táctica entre Salcido y Lucas Lobos se desvanecería.
Por desgracia, en ese primer intento sólo ganaron 3 de los últimos 11 partidos, retrocediendo 10 unidades con relación al torneo anterior. Y cuatro meses después, las cosas empeoraron, finalizando con 21 puntos en el Clausura 2014.
Para ese entonces, la tribuna ya había dictado sentencia: Guido Pizarro, y nadie más que él, era el culpable. Aunque con una óptica con mucho más conocimiento de causa, Ferretti apuntó hacia otra dirección y, sin tocarse el corazón, cortó de tajo el cordón umbilical que existía entre los fanáticos y sus intocables: Lobos, Danilinho y Salcido.
Con ecuánime expresión y madura voz, Pizarro acumula 91 partidos con la camiseta de Tigres. Es el segundo capitán, no obstante su corta edad y, sin duda, está convertido en el mejor volante central de la Liga.
De hecho, aquellos que ansiaban verlo tomar el avión a Europa, hoy le levantan un monumento con las piedras que le arrojaron.
Si el aficionado sueña con goles espectaculares y hermosas jugadas, el Estadio Universitario se ha transformado en los últimos dos partidos de Liga en el místico escenario donde las fantasías de los asistentes se hacen realidad.
En apenas siete jornadas, ocho diferentes Tigres han marcado por lo menos un gol de los 14 contabilizados. Y aparte del brillo de Gignac, está el de Dueñas, Aquino, Sobis, Rivas, Juninho, Damm, Guerrón y, con especial distinción, el señor Nahuel Guzmán sólo nos avisó que, como gran líder, también es humano.
De la mano de Ferretti, los Tigres tienen todo para ir al mismísimo bastión del Azteca y, frente al América, el 12 de septiembre podrían volver a materializar las ilusiones de los suyos. Si no es en ese partido, ¿entonces cuándo?
PD. El futbol mexicano necesita ejemplos, no opiniones.
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