Señoras y señores, para ser campeones hay que saber sufrir, hay que saber luchar, además de tener un buen equipo y Antonio Mohamed encontró todo eso en el Monterrey.
Atinada la directiva que lo llevó y perdió sólo dos partidos, uno contra el Liverpool, que ya sabemos que está muy lejos del balompié mexicano, y la vuelta contra el América, pero ganó la serie en penales, después de conseguir un gol en el Azteca en la segunda parte del partido, después de haber sido borrado en la primera parte.
El propio Mohamed debe de reconocer que se equivocó en la alineación inicial, en el segundo tiempo recompuso con la entrada de jugadores claves y la salida de otros que no estaban rindiendo. Rodolfo Pizarro estaba en un mal momento, Maxi Meza entró jugando muy bien y cambiaron completamente al partido.
Además de que el holandés Vincent Janssen aprovechaba todas para colarse por la banda e intentar siempre buscar a Rogelio Funes Mori, quien llegó a 100 goles con los Rayados.
¿Justo campeón?, sí, en los penales se vio a un Monterrey decidido, contundente, falló uno, pero el América falló dos, el de Nico Castillo y Guido Rodríguez.
El Monterrey demostró que tenía muchas ganas de triunfo, quería la gloria, sobretodo para satisfacer a su afición que hace tiempo no lo veía ganar y lo vio ganar un título de visitante, en el Estadio Azteca y contra un equipo que normalmente en las Liguillas se hace mejor.
Una derrota dura para Miguel Herrera que seguirá siendo técnico de un América que necesita hacer una limpia en el plantel. Tiene una cantidad de extranjeros que no sirven para nada, empezando por Castillo que gana un dineral, que lo meten para que ejecute un penal y ni eso sabe hacer, toda la temporada se la pasó lesionado, ganando 4 millones de dólares al año.
En cambio, en Monterrey todos se partieron el alma, jugaron a tope y sí, Mohamed fue el hombre clave, les cambió el chip, movió algo en la cabeza de los jugadores para se volvieran ganadores y así lo hicieron.
Un buen Mundial de Clubes y una buena Liguilla, al final de cuentas un tercer lugar en el Mundial de Clubes y campeón del futbol mexicano y que no lo cambiarían por nada.
Merecido, muy merecido.
Un título que le viene bien a Monterrey, porque ganaron las mujeres y los hombres, ganaron la Concacaf, fueron al Mundial de Clubes, pelearon, lucharon con sus armas, era pedirles demasiado que le ganaran al Liverpool, pero Mohamed cumplió y los aficionados deben de estar contentos.
La temporada pasada fue de Tigres, ésta fue de Monterrey, dos equipos fuertes, poderosos, con inversión y manejados con excelente tino.
¡Felicidades Monterrey!
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