Los aficionados al futbol saben que la mayoría de los partidos merecen ser olvidados y que, además, pasa muy poco tiempo para que eso suceda.
Lo que brinda a los fans el sentido de historicidad es compartir un momento significativo: desde una gran victoria hasta una tragedia, deportiva o no.
Simon Critchley habla en su libro "En qué estamos pensando cuando pensamos en futbol" de esos instantes que pueden ir desde la victoria del Liverpool en la Final de la Champions, hasta la tragedia de Heysel: la colectividad es partícipe de una de las colecciones de momentos que van conformando la historia.
Hasta hace unos meses, pensar que un Mazatlán-Bravos sería histórico sería un acertijo de doble respuesta. Además de que no se sabía que habría un nuevo equipo sinaloense que hasta habría despachado a su primer técnico, tampoco cabía en la cabeza que las tribunas -como las escuelas, las oficinas y las iglesias- se hubieran vaciado a causa de un virus que atacó a la humanidad entera.
Cada uno de nosotros recordará momentos muy preciados de la historia personal que hemos vivido: el primer estadio al que fuimos, quién nos llevó, posiblemente qué equipos jugaron y en menor cantidad de casos, el marcador.
Si además de eso tocó ver en "persona" el gol de Maradona a los ingleses, el de Negrete a los búlgaros o la tijera de Raúl a Panamá, el significado tendrá más valor aún: hay cosas que son impermeables al olvido.
Pero el caso es que Mazatlán tiene un nuevo estadio que abrirá sus puertas mañana a unos cuantos miles de personas que han agotado los boletos y serán las primeras en esa plaza que regresan tras el inicio de la pandemia.
Lo mismo sucederá en Aguascalientes en el partido entre Necaxa y Xolos que, siendo lejano a un Clásico que llame la atención, abrirá sus puertas para ocupar una fracción de su tribuna.
Que este sea el primer paso a la normalidad que aspiramos a recobrar algún día es incierto. Que es el momento oportuno para intentarlo de acuerdo a las normativas de salud de cada entidad, un dogma de fe.
La confusión se ha mezclado con la ansiedad: no sabemos si creer en los semáforos y si, en todo caso, eso garantiza algo, pero compartimos el momento histórico -otro- de desear todos lo mismo: que esta pesadilla se termine ya.
Este primer intento probará protocolos, comportamiento del público y agudeza operativa que cada estadio ya conoce y alista para cuando el regreso a las gradas se extienda más.
Por lo pronto, un Mazatlán-Bravos y un Necaxa-Xolos, casi inadvertidos en el interés nacional, representan ese momento histórico que sus asistentes recordarán siempre.
Pasan al registro como los primeros duelos en México que intentarán marcarle un golecito a una pandemia que ya nos clavó varios para poner el marcador inalcanzable.
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