La gestión de Gerardo Martino al frente de la Selección tiene ya una antípoda: el triunfo sobre Holanda es su punto más brillante y cubre la dolorosa noche del 10 de septiembre de 2019 cuando perdió 4-0 frente a Argentina en San Antonio.
De aquel partido volvieron a iniciar en el cuadro cinco jugadores: Edson Álvarez, Héctor Miguel Herrera, Jesús Gallardo, "Tecatito" Corona y Raúl Jiménez.
Por diferentes razones no repitieron Ochoa, Salcedo, Hirving Lozano, Miguel Layún y Néstor Araujo, aunque dos de ellos entraron de cambio.
Aquel de Argentina no fue un partido tan devastador como el jugado por la Selección de Bora antes del Mundial contra Italia en Roma: medio equipo no volvió a ser convocado tras el cinco a cero y se quedó en casa viendo el Mundial 86 por televisión.
Y no lo fue porque Martino es uno de los tipos más congruentes que podamos encontrar en el mundo del futbol.
La actuación de México ayer en Amsterdam reportó un triunfo merecido, más allá de que al final haya sufrido como corresponde a cualquier partido ante un rival encumbrado.
Cada equipo tuvo sus momentos y el Tri se apuntó dos méritos: salir a presionar a los holandeses desde su área y recuperar el control cuando el adversario le hizo a un lado de la cabina de mando.
Faltó, si, la contundencia que llevara más rápido el partido a un puerto seguro, pero se crearon oportunidades suficientes para hacerlo.
"Tecatito" Corona parece un futbolista distinto a ese que cuando Martino estaba tomando posesión fintó subirse a un avión y luego a otro que nunca despegó para llegar a la convocatoria.
El mejor futbolista de la Liga portuguesa, de acuerdo a la votación de los capitanes y entrenadores de todos los equipos que la conforman, mostró compromiso, madurez y calidad.
Acepta que va más seguido al gimnasio, que se ha disciplinado y constató, con su redonda actuación, que puede ser tan indispensable por su lado como el "Chucky" por el otro, para deleite de Raúl Jiménez.
El ataque es lo que Martino debe tener más firme en la cabeza.
Pero aún siendo el jugador más destacado junto con Alfredo Talavera, lo que funcionó en este ensayo fue el conjunto, la solidaridad y la valentía de un equipo que durante grandes lapsos impuso las condiciones.
Y cuando el viento cambió de dirección, se mantuvo firme para resistir los embates con suerte de su lado en las dos jugadas decisivas: el penal anotado por Raúl, que no parecía digno de ser sancionado, y el disparo al poste sobre el tiempo que pudo decretar el empate.
Se dice que en un amistoso el resultado no es lo más importante, pero eso es relativo.
Aunque el resultado trascendente es el de la competencia mundialista, la pesadilla de San Antonio es resarcida con la sonrisa que nos dejó la visita a Ámsterdam.
El Tri está en buenas manos.
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