Los rusos tienen la intención de sorprender a todos y hacer en 2018 un Mundial inolvidable.

Estar en Moscú, desde donde esto está siendo escrito en caracteres más amigables que los del intrincado alfabeto local, permite percatarse de ello.

Y no es que el país esté desbordado de emoción y todos en las calles hablen de su gran evento. Además de que si lo hicieran no se los estaríamos entendiendo, el temperamento moscovita no es tan demostrativo como para ello.

Pero asistir a la primera reunión de varias que tiene la FIFA con los medios que poseen los derechos del evento en todos los países del orbe permite conocer la perfección con la que están tratando cada tema.

Visas, permisos de importación, diseño de producción, uso de 37 cámaras por partido, atención a las nuevas plataformas digitales, uso de tecnología, seguridad, logística, hospedaje, boletería y acreditaciones son algunos de los múltiples asuntos que expone cada uno de los responsables de área.

Las reuniones son largas, documentadas y detalladas. Nos hacen saber a que hay personal en FIFA que lo sabe hacer muy bien porque tiene el conocimiento y dominio de las cosas tan claro, que no aparece en la mente el nombre de algún sucesor que lo pudiera hacer al menos tan bien como ellos.

Sin embargo hay algo incomprensible: ¿Cómo es que, sabiendo operar todo tan bien, la propia FIFA en otro de sus departamentos esté decidida a quitarle valor a los Mundiales de futbol y a las eliminatorias que conducen a ellos?

Nadie estará seguro de lo que podrá hacer Concacaf con seis lugares a partir del Mundial de 2026. Si salvo Estados Unidos, México o Costa Rica nadie ha pasado de perico perro, ¿de verdad se espera que diluyendo aún más la calidad se obtengan mejores resultados?

Y ni hablemos de la eliminatoria, en la que clasificarían para el incomprensible Mundial de 2026 todos los que hoy se pelean con grandes desniveles el Hexagonal del área.

¿O se hará un "poligonal" para que entren 20 equipos se peleen esos lugares? ¿Por qué quitarle tensión emocional al desenlace repartiendo boletos al Mundial como si fueran volantes de pizzería?

Con nueve clasificados, qué hará el continente africano cuyo crecimiento es tan relativo que sigue sin lograr algo importante pese a que algunos equipos eventualmente dejan cierto sabor de boca agradable?

La FIFA, tan admirable en algunas cosas como incomprensible y torcida en otras, autorizaría en su próxima reunión de comité ejecutivo toda esta propuesta.

Que lo piensen bien.

La vulgarización del futbol puede traer consigo consecuencias irreversibles.

 
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